La plasticidad del equilibrio.
Todavía no entiendo porque Dios aún se aventura con nosotros, esta allí, latente en alguna esquina del universo tratando de esquivarnos, frio y distante, esperando con los laureles, a una raza muerta en vida en su polvorín atómico, en su pecera contaminada advirtiendo como se muere lo que sembró, interpreta su silencio al ver como arruinan su obra, este himno que clama “destructores del planeta” es la respuesta natural a nuestro desentendimiento en medio de la fiesta, la música se apagará de manera casi imperceptible hasta caer en un abrupto silencio para luego dispersarnos en una cruel realidad, y no darán abasto las plegarias en un homenaje a la plasticidad del equilibrio, se les abona por intentarlo desde el abismo, en un atasco de fe en el infinito más tormentoso, para sacar arrestos para ponerle la piyama a la civilización para prepararle para el sueño de los justos, advocada ya a su instancia cortoplacista, en la desesperación ante el juguete desaparecido, presa ya inevitablemente en la emancipación del vacío resonante del futuro, con la eclosión tardía e infructuosa del fruto elaborado para la escapatoria ambulativa, agotado ya el plazo perentorio para arrepentirse, destilada en sufrimiento, expiándose para alargar un vencimiento en una alegación caravanesca, en un palpito de desolación, habiendo destruido ya su equipo de trabajo, en el auge de la repercusión de pasar de crudos a quemados, en la postrimería de la fábula de la sinfonía inconclusa, en la ilusión del arraigo, en la nimiedad del martirio, en el devenir de lo literal del descenso, en el enigma pandora, habiendo surtido el efecto de las salvedades, en la zalamería de lo que pudo ser, en la incomodidad del reality del caos invocado, en la camisa de fuerza de la vanidad de la raza, radiando la rabia del último deseo, como un combo madrugador bizarro y marchito, en una zafada vitalidad caduca, asimilando al fin que no fue destinada a acudir al llamado de las grandes cosas, ni a tener una profunda empatía con el universo