FINITO SOBRE EL INFINITO

FINITO SOBRE EL INFINITO
Parece que el sueño se traslada
se encoge y merma en el espacio que
ocupamos sin que sea nuestro
aunque así lo hayamos creído.
El cuerpo no está, ni tan siquiera aparece
somos partículas de un todo
en el que no figuran datos ni nombres.
Somos algo, que flota en un espacio
de fuerza creadora.
Los colores se acercan, me invaden
torturan mis iris, brillantes estrellas
de un cielo imaginado.
¿Quién soy yo en un mundo tan enorme
donde las galaxias apenas son milímetros
del universo?
¿Quién me engañó haciéndome creer
que el humano era el culmen de la vida?
Mis ojos dejan de ver y mis manos tocan
texturas suaves, rasposas, duras
cálidas con color...
olvidé que el color también se toca.
Saboreo la amarga piel del dolor
la dulce caricia de la alegría
y tomo el pan ácimo de la pena más agónica
el dolor de un niño que acabado de nacer
se duele y muere sin abrir los ojos.
Huelo mi ser, un cuerpo más entre otros cuerpos
sin forma, sin rostro y pese a ello
con conciencia de mí misma
y sé que ellos también se reconocen.
Escucho el paso de estrellas fugaces
aullidos de soles apagados, hace millones de años
y a lo lejos, huelo el amor cálido, olor a fresas salvajes
a hierba fresca, hojas de libros impresos, millones de veces leídas.
Un cierto calor corre por un resto de sensibilidad, que dormida
en lo que queda de mí, ha despertado antes de desvanecerme
y ha mirado y ha visto el lugar donde ya casi no existo.
Alguien llora lágrimas imposibles, sobre un espacio
infinito lleno de mi propia nada... allí donde creí ser alguien.
mabel escribano
©
imagen: google