PALPITANTES LATIDOS

En noches animadas, cuando los sueños
vuelan, cuando el ritmo resuena con puro
deleite, lejanas músicas hacen vibrar el
corazón de la ciudad concitando una
embriagadora rapsodia como nunca
antes se ha visto.

Por bulliciosas calles, desde el corazón de
lo urbano, sabios espíritus resurgen
rompiendo las cadenas. Son más que
música: la voz de una revolución, un
camino hacia la libertad, una apuesta
cultural, una forma de arte apasionada y
dionisíaca, una llamada insistente
expresada con excitantes ritmos…

De tímidos comienzos, audaces
aerosoles borran con sus vivos colores la
tristeza de estos grises muros. Hundiendo en la
tierra sus profundas raíces, acercan nuestro
ánimo al orden primigenio…
Combaten la injusticia y, en forma de
pinturas, de baile o de canción, a nuestras
almas se hacen visibles.

Con valiente discurso, voces ahogadas,
silenciadas, rechazan las normas sociales y
el statu quo, empoderan y acrecientan una
brillante individualidad. A través de sus
palpitantes latidos y rimas demoledoras,
rebeldes sones luchan contra la
adversidad sin detenerse ante nada, nos
cuentan historias de amor, de alegría, de
dolor, de lucha, denuncian la violencia
de la vida cotidiana.

Mientras el mundo bosteza,

no es difícil reparar en la fuerza que el
genio de estos danzarines le insufla a la
vida. Con un micrófono en la mano, la voz
se convierte en luz de los espíritus más
puros. Cuando las barreras se desmoronan y
las paredes comienzan a derrumbarse,
ardientes melodías nos unen en
un idioma que todos hablamos,
que sin prejuicios limpia los más
enrarecidos aires…

¡Que el ritmo no decaiga, que el bajo
tiemble mientras hacemos caer los antiguos
mitos! ¡Que locas imágenes nos guíen, que
nos liberen furiosas danzas, que ardorosas
melodías nos inspiren, que el paroxismo
poético nos lleve al éxtasis…!

¡Aplaudamos estas voces que nos
conectan a todos en una colectiva llamada,
en un canto de unidad, en un movimiento
contagioso, en un fenómeno emocional
que nuestra mente trasciende!