ANOCHECER

Entra en mi alma, anochecer,
protégeme con tu manto oscuro e
infinito, rodea todo mi ser con tu acogedor
abrazo mientras mis pensamientos
adormeces.

En tus sombras encuentro consuelo. Veo
como el sol se oculta tras el horizonte. Las
estrellas se encienden, una a una, guiándome
por tus silenciosas veredas.

Tu soledad es cómplice de mis secretos
más profundos. Me atas con lazos
invisibles, liberando mis lágrimas,
desatando mis nudos…

Bendigo tus horas de quietud, refugio de
mi inquieto corazón. Me pierdo en tus
laberintos de calma, en el leve susurro de
tu canción luminosa.

Ven a mi pecho, anochecer divino,
renueva mis fuerzas, dame nuevas
esperanzas, permite que mi dolor se
desvanezca, que, en la distancia, perciba
la suave fragancia de cada flor.

En tus horas de quietud y silencio
descubro prodigios que me embriagan,
una conexión con el universo encuentro,
me adentro en el sentido de cada una de
tus formas…

¡Inunda mis ojos, oscuridad sublime,
envuélveme con tu profundo misterio,
enséñame a valorar cada instante, a ser
agradecido con el correr de los segundos!

Por siempre habitarás en mí, gran
compañera, ¡oh, exquisita noche!,
musa de mis pensamientos. En ti
encuentro el anhelado reposo mientras, en
la lenta madrugada, por tus abigarradas
entrañas me pierdo.

Sé guía de mi espíritu, permíteme volar
con tus estrellas, que tu abrazo sea un
súbito encuentro con la eternidad
donde se colmen mis aspiraciones.

¡Ven a mí, anhelada paz,
dame el necesario descanso! Con tu
oscuro velo envuelve mis sueños, quiero que,
por tus azules firmamentos, eternamente,
mis ojos vuelen.