Sentimiento vulnerable
El padre de la iglesia cercana,
a nosotros dos,
con dulzura palabra
y con afable corazón, nos aconsejaba;
que yo de escucharle
sentía como se me aplacaba el alma.
Y tú como el Avemaría
con tus ojos curvados de ternura
me mirabas sin distanciarte.
Estaban serenos tus labios
como si me amaras en silencio.
¡Y yo que tanto dudaba!
Yo que te era indiferente
Sentía mi cuerpo vulnerable
y tan ajeno a mí.
El padre, que de no responderle,
angustiado me observaba,
entonces, atinó a mirarte.
Y las palabras me abandonaron.
Yo no supe qué decir.
Te juro amor
que no olvido aquella tarde
cuando tus manos
vestidas de blancura,
se tomaron de las mías
y alzadas a la altura del corazón,
se hicieron uno solo.
Pero muy poco me duró tu vida;
me quitaron tu mirada
tus besos, tus locuras
y todo cuanto había amado.
Ahora solo me queda el dolor,
las tardes llegan solitarias,
polvorientas y en desorden,
impactan contra las ventanas,
penetran las paredes de la casa
y se acercan
a consolarme en mi delirio.