Reflexión
Mi camino
está lleno de tus recuerdos.
Apareces por doquier
y a cada paso
sigo pensando en ti.
Se dibuja tu sonrisa
en el horizonte
y un rayo crepuscular
semeja tu mirar...
Diviso,
entre nubes sonrosadas,
tu rostro,
amada imagen
grabada a fuego en la memoria.
El aire fresco de la tarde
emula tu esencia
lumínica y etérea,
ésa,
que trasiega mi alma
en estados transmutados e inexplicables...
Discurren entonces por mi mente
fugaces momentos:
éxtasis de roces
contactos sutiles
que estremecieron cada fibra de mi ser...
Y en la caída mansa y dulce
de la oscuridad nocturnal
puedo distinguir tu mirada
y en su tibio aliento
tu voz...
Es en ese instante
tan breve y eterno a la vez,
cuando el día deja de ser día
para volverse noche,
en que la alegría del amor
y la tristeza
de la añoranza
pasan a ser un mismo sentir...
Qué habría de hacer
para dejar de amarte
si contener tan abrumador caudal
de imperioso fluir
es tan difícil
cómo tratar de atajar la noche
para que no arrope al sol...