Sombras
Eran sombras las que me perseguían desde que había llegado allí.
Sombras.
Tal vez del pasado o de mi cercano futuro que parecía completamente lejano a mí...
No sabía si quedarme inmóvil o moverme.
Si sonreír o llorar.
Si callar o gritar.
Tal vez por nuevos comienzos o por tristes finales...
Y allí, sentada en un rincón de mi habitación oscura, me ponía a pensar en cada instante.
Cada debilidad o fortaleza que había adquirido con el tiempo.
Y entre más avanzaban mis recuerdos, más se destrozaba mi corazón poco a poco.
Pero si me hubiesen dicho antes que el precio de querer es construir grandes recuerdos y el precio de construirlos es extrañarlos, de todos modos los habría elegido ante todo.
Habría escogido a cada una de las personas que me habían hecho sentir tan completa, como si nada pudiese faltarme al estar con ellas.
Pensando en ellas me daba cuenta de lo afortunada que era al tenerlas.
Y lo peor de todo aquello, es que no sabía si podría volver a verlas.
La vida es un mar de incertidumbre y cambios constantes.
Pero de lo que estaba segura, era de que nunca me permitiría olvidarlas.
Las quería, las quiero y las querré para siempre.
Se convertirán en sombras resplandecientes de luz que me acompañarán en mi sendero por la vida, por mis sueños.
Que me aconsejarán siempre guardadas en un rincón de mi corazón.
Creo que si me preguntaran cómo o por qué llegué a quererlas tanto, no podría responder con palabras.
Simplemente sería imposible poder expresarlo.
Y lo único que puedo hacer es escribir sobre papel lo agradecida que me encuentro con el mundo, o intentar hacerlo, por haberme cruzado en su camino.
Porque cada una de ellas, con pequeños granos de arena, me dejó una enseñanza que recordaré siempre.
En el tesoro de mi alma quedará grabada esa niña rubia que me enseñó lo que es la verdadera amistad y la verdadera confianza. También guardaré el rostro de aquel niño del gorro que me invitó a pasar a su mundo y me mostró lo que era luchar siempre por sus sueños y por lo correcto.
Nunca podré olvidar al de los sacos grandes y las palabras raras que me hizo entender que la vida es una sonrisa y hay que vivirla de la mejor forma posible. Si te caes vívela desde el suelo y si vuelas hazlo desde el cielo. Son millones de personas, de ángeles terrestres, que me han hecho descubrir quién soy o al menos una parte de mí. La princesa de cabello largo, la pecosa de conocimiento infinito, la de ojos color mar, el de opiniones diversas sobre el mundo, con quienes no me dio miedo compartir lágrimas o sonrisas nunca.
Millones de tesoros que siempre me han acompañado y a los que siempre acompañaré.
Y yo, aquí, quiero prometerles algo.
A través de lo que mejor sé hacer, tal vez una de las muy pocas cosas en las que soy buena: la pintura de sentimientos traducidos con letras que escritas al azar forman un todo.
Les prometo que siempre, a cada paso que dé, los recordaré a todos, como las personas que me cambiaron. Las personas que me quisieron y a las que quise cuando no me imaginaba comenzar a querer tanto a alguien. Les prometo que seré como la luna para ustedes y lo serán para mí también.
Porque aunque la observes llorando, riendo, solo, acompañado, sentado, corriendo, ella siempre te seguirá en silencio, de manera sigilosa, y aunque las nubes la cubran, aunque se sepa que está a una muy grande distancia, también se sabe que siempre está allí observándonos.
Sombras.
Oscuras, brillantes, estables, ruidosas, silenciosas, fugitivas...
Todas fieles compañeras.
Serán sombras.
Las más hermosas, las más inolvidables.
Sombras imposibles de quemar con el sol, de mojar con el agua o de ahuyentar con el viento.
Sombras que siempre querré,
Que siempre recordaré...
Comentarios & Opiniones
Un gusto leerte Laya. Saludos.
Gracias Yan.
Saludos.