Lucía...

Aquella niña no era niña.
Porque aquel derecho de infancia le había sido arrebatado.
Aquella niña no sonreía.
Porque a sonreír no le habían enseñado.
Su nombre era Lucía.
Oh, ¡mi bella Lucía!
Sus ojos de miel reflejaban mil sueños,
Mil pececitos nadando en ellos había.
Oh, ¡mi dulce Lucía!
Su hermosa piel canela gastada se veía,
Y su cabello despeinado de esponja feliz hacía.
A través de aquellas rejas oxidadas,
Su carita se asomaba,
Su mirada deleitaba,
Su voz no se escuchaba.
Era delgada como caña de bambú,
Su piel estaba tan seca que parecía hoja de otoño,
Sus uñas tan gastadas que parecían quebrarse.
Aquella niña, hermosa Lucía, ¡no había tenido infancia!
Pues en trabajar y trabajar se resumían sus días.
Aguantar hambre, aguantar sed.
Callar todo lo que por su cabeza pasaba.
Tirar todos sus sueños al abismo del pasado.
¡Lucía!
Se le había arrebatado el arte de imaginar,
La virtud de crear,
El placer de reír,
La dicha de escuchar.
Ella no lloraba, no sabía cómo llorar.
No sentía nada, no sabía cómo sentir.
Pero en sus ojos se adivinaba, un dolor inmenso,
Un dolor que no lograba salir.
Ella no conocía los sentimientos,
Oh, ¿cómo podría haberlos conocido?
Si lo único que le estaba permitido,
Era sentir aquel dolor inmundo...
Aquel sufrir ya era parte de ella,
Aquel callar era rutina, regla.
Aquellas lágrimas, eran sus ojos...
Lucía...
Estaba muerta en vida...
¿Y qué habría podido hacer, más que a cortas edades envejecer?
Ella no conocía la bondad,
Y mucho menos la piedad.
Desde aquellas rejas observaba,
Y nada más que monstruos crueles lograba ver pasar.
Siempre me preguntaba quién era...
Al pasar frente a aquella reja...
Y un día, vi a esa mujer pegarle,
Destruirla...
¡Oh, Lucía!
¡Callada aceptabas sus golpes!
No gritabas, no gemías ni te defendías.
Lucía...
Me preguntaba, aterrorizada,
Porque no pedías ayuda...
Y pronto lo adiviné,
Podrías gritar,
Podrías llorar,
Hasta podrías haberte puesto luchar,
¿Pero quién te habría escuchado?
Lucía,
¿Qué buen alma te habría ayudado?
Mi Lucía...
Ya no estás en esa casa de infierno...
Me han hablado de ti voces...
Diciendo que estas muy, muy lejos.
En un hogar para niños...
Pero, amada Lucía,
Ya ni sé si niña eres.
¿Tendrá cura la enfermedad que te hicieron aguantar?
¿Habrá remedio para el dolor que te hicieron sentir?
¿Habrá infancia que te puedan regalar?
Lucía,
Sueño con verte correr por las calles,
Sonriente.
Sueño con ver tu bella mirada miel soñar.
Con escuchar una dulce voz contando historias fantásticas.
Con oírte imaginar miles de cuentos hermosos.
Lucía...
Sueño con poder verte niña...





Comentarios & Opiniones
Dios! estoy patitiesa con tu forma de expresarte siendo tan joven. Yo a esa edad apenas sabia deletrear bien. Bellisimo poema, bien merecidas las estrellas.
Gracias Silvestre! Me llenas de felicidad con tus palabras! Gracias por tomar parte de tu tiempo en leerme, un gran honor que te haya gustado.
Saludos!
Hermoso poema amiga poetisa.
Tu pluma voló escribiendo versos. Me encantó.
Te invito a que me leas.
Un besote desde España ALMAR.
Mil gracias, ALMAR, por tus hermosas palabras y tu pase por mi espacio.
Con mucho gusto me pasaré a leerte.
Un abrazo!
Uy si ya me sigues y has leído algún poema mío. Gracias amiga.
Un besito muy grande desde España ALMAR.
Ay mi niña escribiste algo precioso! tan sentido y tierno! Te envío cada estrella en tu camino que ye ilumine siempre un honor leerte Laya!!!
Gracias María, de verdad admiro mucho la manera en la que escribes y por eso es grandioso ver que me lees.
Siempre te pasas por mi espacio, y te lo agradezco! Saludos!!