Carta de Despedida
Querida niña,
No puedo dejar de pensar en cómo has crecido. Aún te veo desfilar en mis recuerdos, con tus dos coletas y tu sonrisa incansable. Te veo sonreír en mi memoria, tranquila, desprendida de todo. A veces, cuando me concentro, puedo sentir aquella inocencia que te llenaba. Aquella forma despreocupada de vivir la vida como si nunca fuese a acabarse. De consumir cada día como si fuese el último, pero sin pensar que podía serlo. Te recuerdo eterna, infinita, repleta de un alma que vivía libremente, un alma que aún no era prisionera de tu cuerpo. Me cuesta verte correr en los caminos de mi mente, me cuesta recordarte tan inocente, tan pura y libre de dudas. Para ti, la vida no era más que un regalo de navidad, uno que querías tanto y con tantas ganas, que estaba presente en tu lista cada año, sin excepción. No puedo evitar preguntarme cuándo se acabaron tus listas. Cuándo dejaste de ser la niña de dos coletas para convertirte en un ser lleno de dudas. Supongo que es algo normal, ¿sabes? Es por lo que todos pasan, una etapa que tiene que ser atravesada para poder encontrarse a sí mismo y ser libre otra vez. Pero me duele ver en lo que te convertiste, mi niña. Seguiste aquel camino que te habías prometido evitar. Te adentraste en un bosque lleno de peligros, dejándote llevar por las voces de quienes querían engañarte. Y te dejaste engañar. Te dejaste engañar porque no pensaste ser lo suficientemente valiosa para atreverte a vivir. Atreverte a ser diferente, a ser única, a ser tú. Porque pensaste que al ser lo que todos te pedían, serías mejor. Caíste en aquella trampa en la que tantas víctimas han caído. Esa que te prometía que si no eras otra, no serías suficiente. Que si no cambiabas, te quedarías sola. Pero no es tu culpa, ¿sabes? Porque el arte de vivir puede ser muy abstracto. Porque te enseñaron toda tu vida que debías escuchar y aprender, pero como nadie te enseñó a ser tú misma no supiste cómo aprenderlo. Así que escuchaste y aprendiste de una voz colectiva, de la voz del pastor que dirige el rebaño de ovejas. Y te convertiste en oveja. Y tuviste miedo, demasiado miedo de que el lobo te comiera si te separabas del grupo, si decidías escapar y ser más que una bola de lana enredada. Tuviste miedo de ser libre, y caíste. Caíste bajo, demasiado bajo. Caíste en un abismo en el que nunca quisiste adentrarte, un abismo que intentaste evitar durante años. Y tú que le temes tanto a ser olvidada, te olvidaste a ti misma. Te convertiste en espejo. Reflejaste lo que los demás eran, lo que la sociedad era, y no pudiste ser más que ello. Pero es agotador, ¿verdad? Es agotador darse cuenta de que no eres más que vidrio reflejando al mundo. Es agotador el hecho de intentar se perfecta todo el tiempo para no caer, para no romperte.
Y por eso decidí escribirte, mi querida niña. Sabes bien que siempre he odiado las despedidas, porque nunca han sido elección mía. Siempre he odiado los finales, porque es difícil desprenderse de una parte de sí mismo. Es difícil ver cómo se alejan los caminos que una vez recorrimos, como si ya no fuesen nada. Pero eso ya no importa. No importa lo aterrador que sea el hecho de tener que decirte adiós. No importa lo difícil que sea el tener que separarme de ti. Porque sé que lo hago para que seas más feliz, para que seas más libre. Lo hago para que aquella parte aterrada que se esconde en ti no se sienta encerrada nunca más. Necesito despedirme de ti para que logres avanzar, para que recuerdes de dónde vienes y a dónde quieres ir. No importa lo que las voces te susurren. No importa lo que el pastor le grite al rebaño. No importa si tienes que romperte, romperte en mil pedazos para poder dejar de reflejar a los demás. Lo único que importa es que dejes de vivir en una jaula, que dejes de vivir en un armario. Un armario. He pensado en esa metáfora durante mucho tiempo, sin entender por qué había sido escogida. Siempre me han gustado los armarios, porque parecen ser un lugar seguro, un lugar donde se pueden guardar cosas importantes, cosas que no queremos perder. ¿Pero sabes cuál es el problema de un armario? Que siempre resulta ser demasiado pequeño para guardarlo todo. Y cuando entendí eso, entendí la metáfora. Necesito despedirme de ti para poder despedirme de aquel armario que me asfixia más cada día. Necesito despedirme de ti para poder ser yo misma, para poder ser libre otra vez, como tú solías serlo. Suena agradable, ¿verdad? Poder volar sin tenerle miedo al suelo. Poder correr lejos del rebaño sin tenerle miedo al lobo. Poder escribir una lista en navidad pidiendo simplemente un trozo más de vida, para consumirla plenamente como una vez lo hiciste. Sí, suena agradable. Y no, no quiero decir adiós. Me aterra el hecho de tener que despedirme de ti, de tener que dejarte ir. Porque por mucho tiempo, esa jaula que te protegía, y ese armario en el que te escondías, fueron demasiado cómodos, y parecían demasiado seguros. Porque por mucho tiempo, el miedo a salir de allí fue lo que te mantuvo viva, lo que te mantuvo cuerda. Pero la cordura no es vida, mi niña. La cordura es esclavitud. Y por eso, me despido con esta carta. Y te digo que te amo, que siempre te amé aunque no siempre haya sabido demostrarlo. Que me acuerdo de ti, y que nunca volveré a olvidarte. Porque me salvaste muchas veces, querida. Y ahora yo te estoy salvando. Así que vuela, vuela alto y sé libre. Porque tú eres tu libertad.
Con amor, Lïa
Comentarios & Opiniones
Ando leyendo algunos escritos y hallo este tuyo.
Qué bonito está. Me da la impresión que trata de una mujer que pasa a la maduréz y deja a esa niña interior del lado.
Como que es una niña que no tuvo papás o creció sin papás o algo así entendí
Porque dice que tiene miedo a ser olvidada, y la gente que tiene esos atoramientos es que no creció en el seno de un hogar con papá y mamá.
Pero mira qué bonito habla. Se quiere mucho , pero sabe que el crecer es maravilloso y abre sus alitas a su
Nueva era, como mujer.
Está súper tierno!
Te soy sincera, no me lo leí todo porque estoy cargando a mi hijita y estoy con un ojo al gato y otro al garabato jajajajajaja.
Mi esposo ya se quedó ya bien 'jetón' y no me ayudó a dormirla.
Me encantó tu texto, porque me trajo a la memoria una hojita que me regaló mi papá cuando cumplí 15, y en esa me decía como pasaba yo de niña a mujer y hablaba como si fuera yo una florecita y tal.
En verdad me llenó de ternura tu escrito!
Gracias por tu tiempo Celeste, me alegra que te haya gustado y llenado de ternura, te agradezco el hecho de haber leído aunque sea una parte.La interpretación que le diste es muy bonita, cada uno es libre de interpretar las palabras a su manera :)
Si, me pareció precioso y súper tierno!
Abrazos!