La Nieve como Testigo

Sé que llegará aquel momento
En que pase esa visión como un recuerdo.
La evocación de un anochecer calmado,
De un ocaso tomado de penumbras diarias
Como una colección de sinsabores.
Cada vez que cebo un mate amargo
Entra, como destellos de memorias
La mirada de un parque de piedras,
Una tarde fría de mayo nival
Donde tú, manzana de mi pasado,
Sonreías frente al riachuelo congelado
Deseando una pausa en el segundo.

Nada llegó a ser tan latente en siglos
Donde la incomodidad del placer mutuo
Recorría nuestras venas como látigos
Invitándonos a flagelarnos los presentes
Con los golpes y los besos del pasado.
No suelo culpar a Nuestra Madre,
Pero jugar con el frío y el calor
Da paso a acercarse bajo un abrazo,
Ya que, una vez más, el Sol grandioso
Se escondía de vergüenza
Al ver el reencuentro de nuestros ojos.