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poema de Cíclope

El agraviador ruido de la ciudad.
Vueltas, demasiadas vueltas para llegar al mismo lugar.
La brújula indica hacia el norte, no hay que esperar.
Se siente un trinar de aves, cantos alegres.
El telón se abre una vez mas;
sonrisas enormes, murmullo en cuatro paredes.
Luego un silencio atroz; placentero.
Paz; el corazón del bosque, una vez más.
Una despedida, ansias de retorno.
Brisa frívola, el invierno tienta asomar; presagio difícil de captar.
Despertar y no estar.
Es difícil avanzar, mis pies no me saben guiar.
Las lágrimas no se contendrán,
pero tu imagen no se borrará;
la tinta no descansará.-