XI

poema de kazuk

Caronte, ven y llévame contigo,
surca la eterna sombra con tus velas
haz de mi la estopa de tus maderas
fija al carajo mi último latido.

Otorga pasaje a este mendigo,
náufrago de sus tiempos y sus penas,
alma que no puede ofrecer monedas
pues se las robaron en el camino.

Ya veo tu fulgor en mi horizonte,
presagio de un cántaro al amanecer
de nubes pálidas y lluvia fría.

Ya veo tu blanca nave, Caronte,
ya escucho las olas que no han de volver
hasta las luces del próximo día.