Un amor que extraño.

El sol llegó a la cúspide del azul cielo claro, donde un soleado día, alumbra bajo la melodía que yasé desde el fondo natural de una pequeña ave, qué desde mi ventana Se escucha, quisiera saber que hablas? porque como el cenzontle de las montañas y los montes,  en donde me vi alzar vuelo, atravieso sobre la Ribera del San Juan, donde gobernaba aquel que de tuvo un plumaje de colores, y despertando al día los olores de un campo verde, guardabarranco seguridad del banco que dio corazón a lo que hoy en dia es Nicoya.

   Yo desde la ventana!!!
pienso si será, este algún Lienzo para dividir países, o simplemente son las matrices de las mujeres campesinas, qué a punta de leña fogones y viejas cocinitas, empacan en bultos el amor a sus muchachos, importando el mamarracho que pudiese ser, en pequeñas tiras amarradas con recuerdos de mi madre, cargo mi alimento, hacía donde vaya y me allá su amor, cada vez que al campo intenso yo compenso, a conmigo trabajar, que mi madre en púrpura y violeta anudaba orgullosamente, bajo de silenciosas madrugadas en la casa del malinche de la capital Olmeca, la que con barro ella misma le forro, esa fuerzas que me falten ante la bendición de un ser supremo, hace 20 años a mi me despidio.

En mi butaca guardo el bulto, anudado por mi madre, y no olvido a mi padre, que junto a ella no pudo más que enmudecer, Qué valor de esa mujer, que mientras me vio crecer me pudo ofrecer, valores que hoy en día he visto perecer, entristecido yo, una vez más lloro, para que Dios del cielo al que le pediste tanto, te bendiga con su manto, hoy que me he alejado tanto, del amor a la mujer que empieza con el ser que sin merecer permitió que tú hubieses existido, a la vida que hoy tu mismo te esmeras queriendole perder. Madre Si alguna vez te falté perdona este asalto, que con arrebató impulsivo, e mi soledad recuerdo como un dia, en quejumbrosas lamentaciones te ofreciste tu por mi, y es que no sabía lo duro que venía cuando tú ya no estubieras aqui.

Erick Rizo.