DEL MESTIZO AL INDIO QUE VIVE EN MI

Me oprime el corazón copiosamente
un no sé qué me quita la respiración
cinco, diez, mil, innumerables nudos,
manos miserables que se hacen puños
golpean cobardes con desmedido furor
golpean desesperando mi alma
golpean hinchando mi razón.

Pienso, escucho, miro y solamente pienso
repetidas veces mi cabeza dice no
también mi alma, mi mente, mi corazón,
mi espíritu, mis huesos, todo mi ser dice no
levanto los ojos y el Imbabura, el Cotacachi,
el Cayambe, el San Pablo, El Yahuarcocha,
el Cuicocha y el Ambi dicen no, ya no te niegues.

Veo mis manos rugosas pero libres
mis uñas nada delineadas y toscas
mis palmas terriblemente bifurcadas
con las líneas que tejen esta tierra artista
siento correr sangre caliente por mis venas
sangre roja, casi negra, sangre indígena,
aquella que es más que la otra.

Sangre que me recuerda lo que soy,
sangre que al caer de esta herida abierta
se funde consistentemente con el fango
combinación perfecta, ritual idóneo
para cicatrizar mi tierra lastimada, casi yerta
por el corto punzante frío del racismo
que pretende opacar nuestro indignado grito.

Indios puros, raza noble y desprendida
somos tierra, agua, fruto, soplo de aire y vida
oro destellante, impoluto, oculto, escaso,
quemado en cien mil lenguas de fuego,
de experiencias, aguantar leales, en silencio
pero no rendidos con la frente al piso
¡Soy un indio y qué! Solo, suficiente, un indio…

El Indio de mano grande y torpe pero abierta,
de corazón gigante que retumba mientras late
el indio que respira profundo…profundo…
pausado…pausado y aún más profundo
eso soy, un indio de un suelo virgen, allanado
saqueado, violado, empobrecido
un indio sin odios, sin rencor, un indio…
...¡UN INDIO CARAJO SOY!

Nota: Entiéndase por Indio al indígena americano. Se lo ha llamado erróneamente de esta manera porque en un principio los europeos confundieron a América con Asia (Las Indias)