HAMBRE

El hambre nos llama,
el hambre nos grita.
Nadie la escucha.

- ¿ Alguien la ve ?
- ¿No quieren verla?
Ahí está, llamando
a nuestra puerta.
Nos llama y ...
sin embargo,
no halla respuesta.

Va a nuestro lado,
a tu lado,
a mi lado;
pegada a nosotros,
como al campo, la siembra;
como llevamos la sombra
que no nos inquieta,
que nadie nos quita,
que no abandona,
que siempre va unida,
siempre dispuesta.

- ¿ No la ves...?
¿No quieres verla?
- ¡ Escucha, escucha !
¿ No la oyes ?
¿ No notas como gime
su desnuda calavera ? -

¡ Qué grande tu ceguera !
¡ Qué grande tu sordera !
Gigantes indiferentes
de cualquiera.

No la apartes,
no la ocultes en el bunker
que procuras,
para ocultar tu ego
a las pobres criaturas.

El hambre hurga,
el hambre busca,
el hambre roba,
el hambre mata,
el hambre muta...

Ahí está la ley
que la sanciona,
que la aplasta,
que la oculta,
para que no busque
por las calles,
comida en la basura.

Quiere que muera
enterrada, olvidada
en profunda sepultura.

La boca del hambre
grita, grita y grita
a la abundancia,
que se baña
en los mares
que la estrujan;
que la ahogan
en las aguas
de las decisiones
insanas e injustas.

El hambre se rebela,
el hambre se abre paso.

A mordiscos,
sale de la sepultura,
zombi que no piensa,
que a todo se conjura,
nada tiene que perder,
su riqueza es ninguna,
su vida vale tanto
como un sueño
bajo la luna.