AMANECER SOÑANDO

Cómo iba yo a saber, cielo
que los rojos claveles de tu pelo
serían fuente de calor en mi pecho
para este poema tan maltrecho.

El que me sale del alma inquieta,
que me susurra versos por las mañanas,
tan temprano,
con tanta vehemencia, que el cielo
se bloquea, al intentar describir tanta belleza.

Hoy te recuerdo en primavera
con la luz del sol dorando tu pelo;
las amapolas golosas, celosas de tu ternura,
tupían el campo con su manto encarnado.

Las presumidas margaritas, para no ser menos,
crecían entre las amapolas, para darle un toque blanco.
!qué mantel tan bonito!
decía el niño que mi corazón llevaba dentro.

Guirnaldas blancas, resplandecientes
colgaban de las viejas ramas
de los almendros, como si añorase
la cálida Navidad,
tan atenta, tan cercana, tan familiar.

¡Qué ilusión le hacía al mantel y su paraguas
hacerte una cama blanda y taparte del sol;
las chicharras del camino, hablaban conmigo
con su chirriante melodía en la rama del olivo.

Ya está preparado el idílico lugar
que quiero compartir contigo, adorándote,
una suculenta merienda, regalarte
en ese lugar de imágenes impactantes.

Tal vez hoy, mañana
o en el fin de la eternidad
donde nos veremos, comentando poesía
sentimientos de tu corazón y del alma mía.