Antihéroe

Antihéroe

Rebelde, iracundo
Golpeador y golpeado
Incauto y perseguido
De sueños torturados por resacas de semanas.
Desenfadado que lo mismo le da escupir sobre una virgen de yeso
O sobre la grieta de un neumático.

-me gusta ese libro viejo-
-lo has leído ¡pregunto!-
-no pero me serviría entre otras cosas: para prender mi anafre, “para calzar mi mesa “para ir…-
El libro es: El cantar de los Nibelungos, versión castellana en prosa, impreso en Barcelona.

Ya sobre ruedas pienso en las sensaciones de esta conversación y brotan de las entrañas de mis recuerdos un atardecer de “Norte” en Tlacotalpan, una nieve y su sabor, los paracletos sacros de un ranchero que decía:
-es importante de vez en vez, desnudarse de la puritanidad, lanzar por la ventana al Santón que nos congela, poner los discos de Lucha Reyes “y empinarse un buen trago de tequila”-
Ya sobre ruedas hondeo a mi Antihéroe como estandarte, pido una tregua con los artificios que flamean mi psique, me desempacho de la pandemia del “éxito”, y existo como mi antihéroe: un ser que tiene seguro su cumplimiento en el Olimpo.