Por el arte de vivir.

Al igual que la oruga,
que pasa de crisálida a
mariposa, atravesando diferentes
fases hasta echar a volar.

O la serpiente,
que muda su piel,
para seguir por su camino
y avanzar, simbolizando ambas,
el renacer continuo de
la existencia.

Profundizar en uno mismo,
abriéndose a la exploración
del sentido de la vida.

En la búsqueda incesante
de transformación y evolución,
tanto personal como espiritual,
son aspectos ineludibles
e inevitables, si por el
camino de la vida se
quiere avanzar.

Así, el autoconocimiento;
la intuición y la razón,
son los ejes principales de una
rueda que gira sin parar,
en un proceso que tuvo
su principio con un
solo fin.

Luces en el inmenso y vasto
océano de la existencia,
que enriquecen tanto la
comprensión de uno mismo
como lo que pueden alcanzar;
faros que iluminan el
camino del progreso,
por el arte de evolucionar.

Centrarse en el presente y en
la profundización de la propia
esencia y ser,
más allá del yo, el estatus
social y el rol.

Dejando atrás los días
del ayer, de forma
independiente y autodidacta,
alejándose de lo superfluo
y de las ataduras materiales.

En pos de la evolución
y transformación personal,
tanto para con uno
mismo y su lugar en este
mundo, como para con
los demás.

Convierte la vida en
un auténtico arte,
y a su habitante en un
alma libre, un navegante
no errante.