AL CHICO QUE ME AMÓ

Hace unos años estaba conociendo a un chico que tenía una gran sonrisa, me contó de su vida, me dijo que venía de un pequeño poblado de veracruz, de cómo había recorrido tanto para venir con su papá y le diera una nueva oportunidad de crecer, de estudiar, lamentablemente no lo supo aprovechar y se le fue de las manos, lo había conocido por un par de meses, una tarde mientras platicabamos, de la nada me dijo bésame, sabía que estábamos destinados a qué pasará en algún momento, no estaba segura pero lo que vi en su mirada fue soledad, pude identificarlo porque también me había sentido muchas veces así, de alguna manera estaba implorando sentir algo más que no fuera su miseria, en un arranque de compasión junte mis labios con los suyos, apreté mi boca y sonreí porque se sintió tan familiar, supongo que cuando dos almas están rotas y por azares del destino se llegan a cruzar es una jugada maestra, dos almas vacías tratando de llenarse mutuamente, su compañía me hacía sentirme segura, conforme pasaba el tiempo, una parte de mi sabía que él me estaba usando como su bote salvavidas, tenía un lenguaje tan diverso, me hablaba de las estrellas, del mar, de sus sueños de ser un maestro igual que su papá, no supe en qué momento mientras el me estaba amando y me veía como su prioridad, yo me estaba alejando, una mañana mientras hablábamos por teléfono lo supe que ya se había terminado, porque ya no me hacía reír como al principio, ¿Conocen esa sensación de tenerlo todo y al mismo tiempo no tener nada? ¿De ese sabor agridulce en la boca, cuando algo te hace feliz pero sabes que en el fondo no encaja del todo en tu vida? ¿Esa sensación de que, aunque en tu cabeza, sabes que no es posible morir de amor, sientes que serás la primera persona en vivirlo? Por qué, cuando amas y entregas todo, anhelas desde el fondo de tu alma que la otra persona se sienta así, anhelas que quiera tus besos y tus caricias tanto como tú, anhelas cruzar en sus pensamientos tanto como ella invade los tuyos y cuando la realidad te cae como un balde de agua fría, es sencillamente equivalente a que te arranquen el corazón, así sin más, sin anestesia, darte cuenta que tus esfuerzos y tu amor no son suficientes, que tu no eres suficiente.
Hoy solo quiero decirle al chico que me amó, que lamento mucho no haberlo valorado más, porque después de él jamás me volví a sentir tan amada, nadie nos enseña que crecer y romper corazones es duro.