La bella angustia del acontecer (Proesía)

¡Que temprano! clavaba el sol su luz sobre mi pupila esta mañana cuando ya pensaba en ti, amiga mia.
¡Que temprano! la calida voz de Anna regalandome el Pie Jesu de Webber, cuando ya pensaba en ti, mi amiga querida.

El agua se deslizaba entre mis manos y mis manos recorrían mi rostro para separar la noche del día y el día de la noche. Esas gotas que caían entre mis dedos eran como el tiempo que se nos va escapando, ese cruel tiempo, nuestro asesino, el tiempo nos mata cada día y esa angustia a su vez es nuestro incentivo para avanzar hacia no sabemos donde.

Cuando pienso en que ha de ser de mi,sin el mundo
que ha de ser del ser cuando se acaba el tiempo
cuando ya solo valen los recuerdos ajenos
la palabra escrita o el rastro trascendente del arte
se me agolpan angustiosamente uno tras de otro
los momentos vividos,
los eslabones de esa cadena de los días respirados
palpitados, llorados y reídos
y todos arden con la futilidad de su valor
del valor del pasado.

Y que cruel sigue siendo el tiempo
que no respeta ni a vivos ni a muertos
que no se detiene en su perversa cuenta atrás
que invalida lo ocurrido por haber sido
y no desvela lo que ocurrirá
por todavía no haber sido

Esa es la lección de nuestro perverso asesino, la bella angustia del acontecer, esa incógnita que mantiene el sentido de la vida por encubrir la maldita única certeza del final de la misma.

Planificar es sufrir pues la incapacidad humana es manifiesta, solo tiene una certeza y ni siquiera conoce su fecha.

Luego la felicidad o el no sufrir es

la bella vehemencia del desconocimiento,
la bella osadía del presente,
la bella locura del sentimiento
que te trae al amanecer
la bella angustia del acontecer