El salón de la fidelidad

Estirad la alfombra roja y abrid la puerta trasera de par en par pues se acerca desvergonzado el pecado original. Los más cobardes tiemblan y los valientes sonríen. Los más tontos huyen y los amantes de la vida lo reciben con brazos y piernas abiertas. Abrazos húmedos y lenguas erectas se arrojarán por todo el lugar esta noche. Avisad a los menos aventurados que abandonen el salón pues el infierno selectivo es y no apto para consciencias frágiles. A los dispuestos a la fusión corporal y pérdida de la individualidad les damos la bienvenida; dispónganse a llevar al extremo la moral y las buenas costumbres hasta romperlas. Sentíos libres de volver a la esencia del animal instintivo y salvaje. Se hablara solo francés pues el idioma de moda, el más hipócrita y culposo, podéis entender que por lo tanto el mas excitante. Cantad la Marsellesa en sexo oral y formad parte de esta masa uniforme llena de fluidos corporales pegajosos y sabrosos. Disfrutad de ese aroma a perfume francés mezcla de sudor y jugos sexuales, deleitaos con su olor y también con su sabor. Brindad con eyaculaciones y orgasmos y que ninguna gota se desperdicie. Llevad el placer al último nivel posible y que la sangre fluya por las sabanas amarillas y envolveos en esos mantos de lujuria, pecado y descontrol. Poseídos por esta fuerza hipnótica, manteneos hasta que el último aliento se extinga, hasta quedar secos, llenos y vacíos. Follad eternamente en esta masa, que es la más bella jamás lograda, hasta que se extinga el último latido del corazón y morid así, fieles por amor. Al amanecer marchaos livianos y satisfechos a sus hogares, sacad los ramos de flores que están en la puerta de salida y llevádselos a sus parejas, den gracias por la vida y continuad con sus relaciones tranquilas y perfectas. Os veo en la próxima.

Autor: Alejandro Beltrán Saavedra
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