Sintonía del rosal

Este es el primer poema que dedique a quien ahora se ha convertido en la razón de mi existencia, mi musa, mi inspiración... Juliana

Juzgué un día como aquel,
cuando pase frente al campo,
mirando tan preso del llanto:
¡Oh! cuanta rosa no abre su ser
para mostrar su entretejida mujer
con su escarlata de voces en canto.

Única, entre las hojas más tiernas
encontré aquella rosa más linda,
siempre fuerte que al mirar cautiva.
Sin embargo me asombré tanto al verla
pues es sencillo distinguirla, cual valiosa perla
que enamorarse te apremia y quita tu vida.

Luego de ver tanta belleza en su ser,
encantado quise llevarla, mi prisionera sería,
mas lo intentaba y cuando la rosa cedía
su valentía me hacía del cielo caer,
fue el momento en que me hizo entender
que la obsesión trastornada tan solo era mía.

Imagino que el cielo la ha puesto aquí
para que me embriague sin beber de ella
para admirarla como las poesía aquella
en que ser el admirador es perderse entre sí,
pelear y ganar, cuando solo es insistir,
suspirar sin cansancio, a este cielo y su estrella.

A veces que se ve caminando entre la Luna,
en senderos, en el cielo y en el hogar de mis sueños.
A veces se va como paraíso sin dueño,
no sé que pensar, si en su modo ninguna,
que la iguale o se compare, en desierto son dunas.
Despertando yo con los pensamientos mas bellos.

Ni siendo el jardín será sencillo adueñarme,
ver sus hojas, abrazar sus espinas,
herir y curarme cuando mi apego está en ruinas,
volver y tratar de el corazón conquistarle,
al final, orgulloso de una belleza que nace,
crece y rehace el oro de mis minas.

Ahora que has visto, y cumplo, aunque no prometí.
Ven a darme consejos para ser más ficticio.
Abrigarme del sol que en la mañana es un vicio,
al mirarlo y sentir que te veo yo a ti,
me enceguece y me gusta admirar y morir,
siempre que ver tu rostro se vuelva mi oficio.