Mamá

La habitación está oscura,
se puede sentir miedo
entre las paredes,
estoy tumbado,
no tengo ganas de levantarme,
no hay mensajes en el móvil,
ni tampoco gente a mi alrededor.
No es malo estar triste,
pero sí es malo sentirse vacío,
aún así me levanto,
y finjo una sonrisa para que mi familia,
no se preocupe de mi.
Pasan unos minutos y me llegan
mensajes de ella,
unos buenos días que parecen calmar
al monstruo que vive en mi interior,
por no decir que ya hay más monstruo
que yo viviendo bajo esta piel.
Me paso el día dibujando,
intentando trasmitir en el papel,
lo que ni siquiera sé transmitirme a mi mismo,
parece que el lápiz se mueve solo,
y al final veo como el dibujo cobra vida.
Ya paso casi todo el día,
otro día más malgastado,
así que me pongo a escribir esto,
supongo que para no guardármelo,
para así sacar la frustración
para no sentirme tan solo.
Acabo los versos, salgo de mi oscuro cuarto,
vuelvo a enderezar la cara con
la sonrisa,
y mi madre me pregunta si sigo escribiendo
como solía hacer y le digo que sí
que sigo expresándome a través de versos
y me pide leerlo,
¿Pero como voy a dejarle leer mi depresión a mi madre?
Así que me marcho y no digo palabra
y vuelvo a mi ricon y acabo esto diciendo:
“Mamá algún día volveré a ser tu hijo,
sacaré a este monstruo de mi,
pero por ahora sigue feliz”