SOLILOQUIO

La vieran salir desde el oriente
Y arribar a mi puerta afanosa
Con paso de rayo fervoroso
A la única mujer que tanto amo.
Las aves de sus manos son tan nobles
Que lo adoptan a mi cuerpo ermitaño,
Lo abrigan con el sol de su universo
Para darle la sonrisa a mi rostro.
Ella lo sustenta con el pan de sus entrañas;
En cada beso, en cada idilio, en cada encuentro;
Me repone la energía que en la noche
Menguo en soliloquio por su ausencia.
Ella me reconstruye las emociones, las quimeras,
Los anhelos, los planes, el coraje;
Pero llega la noche y no la encuentro
Y el soliloquio me invade nuevamente.
Yo, cuanto diera porque de mí no se apartara
Pero entiendo el motivo de su ausencia.
Haz Dios mío que la angustia no me venza
Y se aboque el día de nuestro compromiso...