Cuando el alma ya no espera

Y llegaste...
cuando todo en mí se había rendido,
cuando hasta el eco del corazón
susurraba cansancio.

No traías promesas,
solo silencio…
y un abrazo que no pedí,
pero que salvó lo que quedaba.

Encendiste luz
donde el alma ya dormía,
y sin pedir nada,
te quedaste.

Sanaste con gestos lo que el tiempo olvidó,
me amaste sin certezas,
cuando lo fácil era irse.

Fuiste un suspiro
en medio de la tormenta,
fuiste verdad
cuando yo ya no creía en nada.