Nostalgias

poema de Hector Canelo

La dirección del misil cambió
suavemente su trayectoria
franqueó lentamente las capas internas
y se depositó en mi corazón.

Yo le esperaba como en los viejos tiempos
de guerras infantiles e ilusorios combates
contra la indecisión
cuando no pesábamos ni un mísero gramo
para la adulta humanidad
y nos sentíamos infinitamente pequeños.

Silencioso como todos me fui a buscar
fortuna en el dinero y en el amor.

Caminé las callejuelas recorridas
por un tropel de humanas contexturas
atrofiadas en el atardecer de los años
el tabaco y el alcohol
y me descubrí nuevo y refulgente
preparado y poderoso, libre al fin.

Venía de las estancias inferiores
vacías y tristes de la humanidad
venía de las poblaciones
de los hacinamientos
del hambre y el esfuerzo
del caminar descalzo por necesidad
y el mundo se me ofrecía entero
como una manzana recién cosechada.

La sexualidad se me vino encima
antes que pudiera prepararme
y vagué entre sus arrullos entregando
más que mi alma al peor postor
al mejor de los sentimientos.

Amor y deseo se aunaron a mi espíritu
y no supe apaciguar mi torrente
cuando las aguas se tiñeron de lodo y sangre
lloré entonces en mi madriguera corporal
como un perro herido
y supe tarde comprender que llovía
que mi mundo entero hacia aguas
por dónde mirase y que la tormenta lejos de menguar
se ensanchaba, ahogándome.

Más tarde,
un refugio me descubrió
a la distancia sentí la calidez
albergar mis palabras
y me deje llevar nuevamente
como una hoja flotando en el otoño
buscando un lugar donde posar
mis justificaciones y mi vida.

Me sentí de nuevo infinito
habitando en mi pequeño mundo
todas las estancias
y la tierra en arrebol
sanando mis angustias
besando al sol y a su fragancia
dibujando el alba.

Y por un momento fue de día
en la alambrada
y por breves segundos…
los sables fueron estrellas y las bayonetas guirnaldas
y por algunos momentos…
Las balas fueron salvas y las explosiones
fuegos de artificio mezclando palmas
estrepitosas como bandas.

De recordar me esmero
erguido y solitario
a solo sólo segundos
de esta espera mortal
en el umbral de mi vida
celebrando nuevamente
la muerte poderosa
que me visita
en el atardecer.