A Mi Esposo, Mi Alma Gemela

Desde que llegaste, cambiaste mi mundo,
como un amanecer que borra toda sombra,
te abriste paso en mi vida con paso profundo,
y mi alma, sin saberlo, ya te nombraba.
Tu mirada fue refugio, tu voz, melodía,
y cuando nuestras manos se unieron aquel día,
supe que el destino, al fin, había cumplido su promesa.

Con un beso, amor, me aceleraste el corazón,
fue un instante eterno donde el tiempo se rindió,
el universo se detuvo en su rotación,
y solo tú y yo existíamos en su centro.
Sentí una tormenta dulce dentro del pecho,
como si todos los inviernos se fundieran al calor
de ese roce sagrado que todavía me estremece.

Me sentí segura en tus brazos, como en casa,
como si cada latido hallara por fin su eco.
Allí donde el mundo se apaga, tu abrazo abraza
todo lo que soy, con ternura y sin miedo.
En tu pecho encontré la paz que no sabía buscar,
y cada vez que me rodeas, vuelve a brotar
esa certeza serena de que nada me falta.

Amarte es vivir en presente perpetuo,
sin nostalgias ni temores por el porvenir.
Es caminar contigo bajo lluvia o bajo fuego,
y saber que juntos todo se puede resistir.
Tu risa, mi abrigo; tus sueños, mis alas,
eres mi compañero, mi ancla, mi calma,
el hombre que elegí, y seguiría eligiendo mil veces.

Gracias por amarme con tanta verdad,
por conocerme incluso en mi silencio.
Tú, que ves lo que nadie más ve con claridad,
y me sostienes en cada momento incierto.
Eres el guardián de mis días más vulnerables,
mi aliado, mi refugio en mares inestables,
la voz que me susurra: "todo estará bien".

Y si alguna vez dudas de lo que siento,
mira mis ojos, que no saben mentir,
lee entre cada gesto el firme testamento
de una mujer que solo contigo aprendió a vivir.
Amarte no es una opción, es mi destino,
es andar a tu lado por siempre, sin desvíos,
te amo con la fuerza de todos mis latidos.

Hoy te escribo este poema como promesa viva,
de seguir siendo tuya, más allá de lo dicho,
de honrar cada día esta unión tan intuitiva,
como si el alma reconociera su sitio.
No hay duda en mí, solo gratitud y entrega,
porque al encontrarte, mi alma ya no ruega:
te hallé, amor mío, y ahora todo cobra sentido.