Cantando a Odín entre tus brazos
Déjame doblegar suavemente tus espejos: un golpe, el universo.
Vives en las esquirlas de placer en las que estalla mi cuerpo al más leve roce de tu presencia,
en las calendas que nos prorrogan en el tiempo,
donde no hay llanto, ni risa, ni himnos solemnes, ni medallas para los muertos:
solo un grito de putrefacción mellando el mármol, poco a poco, sin palabras,
cuando tu sombra se cuela entre mis pechos y me rapta la memoria, y el lobo negro de la noche me muestra sus garras.
Te deseo.
En silencio recorro tu cuerpo con mi boca, peregrinación de mi lengua en el mapa astral de tus carnes de etena.
Tus dientes seduciendo mi inocencia.
Déjame quebrar el lamento y la mancha gris de la soledad que sin permiso nos acompaña,
Caminando a nuestro lado a lo largo del borde de las estrellas, en la dimensión de los sentimientos.
El demonio que habita tu cuerpo lo veo a través de tus ojos, en esas noches interminables cuando te deslizas como un espectro bajo mis sábanas
O me posees, burlando con tu risa cruel mis cementerios, sus momias y sus huesos.
Siento morir la razón si tu cuerpo llama:
Nos perdemos sobrevolando los abismos, primaveras de cristal tornasolado, transversales de porcelana cortando la carne virgen sin dueño: tu boca, tu lengua, tus manos…
Un rosario colgando entre tus colmillos de bestia profana, la estaca clavada en el pecho, entre el dolor y el desafuero de la nostalgia, anorexia de lo cotidiano, sangre y desconcierto de la desnudez.
El tronar de las canciones inmortales a nuestro regreso del cielo: cantando a Odín entre tus brazos me pierdo, allí, en el refugio donde como altar de sacrificio a tu fuego trepidante me ofrezco,
me inmolo,
te siento.
Comentarios & Opiniones
Poesía lograda. Con ese sabor de la mitología nórdica y moderno erotismo. Goticismo salvaje... Mucha lectura, mi pequeña Gretchen.