Yo, . . . el jitomate

“Del mundo, . . . rojo tomate.”

Soy de origen mexicano,
prehispánico, limpio, sano,
en el bello idioma náhuatl,
“xitómatl”, “xictlitómatl”.

Ídem, “tomate de ombligo”,
ampolla de jugo, digo,
Jitomate, en castellano,
fiel baya, genero, emano.

Un rico líquido rojo,
pulpa, productivo arrojo
de humanos, en las “chinampas”,
siembras, milpas como estampas.

Indígena, de abolengo,
de tierra, agua, me sostengo,
con cuerpo pulido, liso,
en sus manos, me deslizo.

¿Qué soy vegetal o fruta?,
tal dilema, se disfruta,
por ser, al fin, afamado,
así me han clasificado:

De solanáceas fraternas,
planta herbácea, hojas alternas,
de unas cobrizas semillas,
flor de estrellas amarillas.

Ya, especie domesticada,
estudiada, analizada,
primo leal del miltomate,
jaltenate y costomate.

Tengo variedad, por traje,
criollo, bola, vemone, guaje,
saladette, marmande o beef,
cherry selecto del chef.

Feliz, a través del tiempo,
sazonador, condimento
de los guisos más diversos,
mis nutrientes van inmersos.

En la sopa, en cualquier caldo,
gastronómico respaldo
de carnes, aves, pescado,
por eso, siempre alabado.

Con chile, en sabrosa salsa,
el espagueti me ensalza,
néctar, zumo, aperitivo,
alimento sugestivo.

De recetas, sin reserva,
en dulce, aún en conserva;
grito en mesa, lo presumo,
obligado es mi consumo.

Culinario, digna alteza,
vitamínica riqueza,
curativo, antioxidante,
potasio tengo bastante.

Si me paladean, se asombran,
en Europa, así, me nombran:
Pomodoro, pummarola,
etimológica aureola.

“Manzana de oro”, de amor
puro, “pomum”, pomidor,
“pomate” . . . del paraíso,
porque Dios, así lo quiso.

Soy aderezo obligado,
necesario, bien amado,
con placer amplio, profundo,
en las cocinas del mundo.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Ciudad de México, a 30 de agosto del 2020
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