Encono

Encono

Eres experta en levantar mi encono,
despiertas mi furia
y levantas el légamo frío y maloliente
de mis espacios más escondido y negros,
con tus actitudes de gran señora
y tu falsa modestia,
como algún ente que despierta
en mis patios a todos los horrendos gatos
y desatas una barahúnda destemplada.

En lo más hondo de mi furibunda alma,
levantas todos mis demonios
y haces que te maldiga y te aborrezca
con una sensación tormentosa…

Y sin embargo duele esta explosión de ira
como un puñetazo en la nariz.

Debiera irme y dejarte sola
para que te pudras con tus rencores,
debiera dejar que disfrutes de tu ceguera
de creer que aún eres hermosa,
cuando ya los años han ajado la belleza
de tus senos que fueron… ¡entiéndelo!
primaveras
y de tus piernas doradas
que hoy son pasto de la celulitis…

¡Porque este horrendo otoño también es para ti!

Debiera largarme para siempre
dejándote sola en este tu cuarto sombrío,
rumiando según tú el desamor,
tu terquedad de no querer ver
que el único estúpido que de verdad te amaba,
de entre todos los hombres
que en tu juventud se solazaron en tus mieles…

¡fui yo!