Metáforas

Decidí dejarte entrar en mi alma para que la regaras con tu mejor virtud pero
cuando soltaste mi mano, la tristeza se apoderó de mi corazón
y lo hizo bailar el tango más triste.

Nunca imaginé que la soledad me iba a cantar aquella amarga canción y
encontré mi sombra llorando sin consuelo ante la falta de su compañera alada.

Siempre quisiste que fuera tu perro fiel, pero me transformé en un
cuervo que se alimentó de tu corazón inmoral.

Al final del día sigo esperando que mi coraje se rinda ante tus pies y
te pida que vuelvas a rendirle homenaje al perro loco que gira para
atrapar su cola.

Aunque el amanecer siempre me atrapa entre cuatro sueños no
dejo de añorar como tu risa me servía el mejor café.