¿Qué ha pasado?

Vamos,
¿Qué ha pasado con tu fluidez?
¿Con tu ritmo propio de aniquilar un par de oídos?
Se secó esta primavera en pleno marzo,
cayeron frutos pero nunca comestibles,
nunca duraderos si quiera,
solo un sabor desierto en la cúpula del paladar...
¿Y en la mano?
Qué te digo,
grietas por el hielo del desuso,
por llevar a rutinario cada día, cada hora, cada momento caminando directo a la basura.
Esa sensación,
tardomoderna,
individual,
de querer ser y no poder serlo,
de tanta dependencia de mí mismo
y tan poco objeto alcanzable...
Tardía soledad,
tardío exceso de mundo que no acaba
pero que nunca
se atreve a existir.