Bordes boreales

Amplios destellos del espíritu
dominados por el topacio verde azul.

El silencio golpea contra las nevadas
hambrientas de infinito;
e inerte perdura el pulso, sin saber hallar su senda.

Los eucaliptos adentrándose
en su denso perfume de oro martillado
a través del mágico descuido,
distante de una imagen reflejada.

Mansamente, vuestras blandas fanales
transitando sobre la inmensidad
del cúmulo estelar abierto;
adentrado a mis esfinges
desde aquel día en que abrió el loto.

Lunas rítmicas vagan sobre la luz blanca,
circundando el verde de olas clamorosas
surgiendo entre mis ojos fijos.

Una constelación rompiendo los bordes boreales
gota a gota en su crujido de tempestades,
trepando por la garganta en un ángulo de fiebre viva.

Devorando alada la distancia
cobijada de insomnio y mutismo,
erguida cada palabra desnuda,
en tanto, muere lentamente la voz.

Subsiste el vino destinado a vuestra boca
de alas blancas, bajo el dorado rayo
en su libre vuelo, llamando a las pléyades
en su diálogo tiempo.

Vertido cual dilatada sombra
un cometa se esconde detrás de las puertas celestes;
y en él, un dulce cielo
pareciere cubrirle en lo alto como un ave de hierro.

Una simiente nace de todo ello….
Labrado, imitando las estrellas,
ceñido de mar y de nuevas hojas.
Un sólo paraíso esboza la casa materna.
*

Diciembre 6, 2019
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