El Gran McFrigus

I.
Fuerza eso es lo que necesitaba
Eso es lo que buscaba
¿De qué manera?
No tenía idea.

II.
Agotado ya, Frigus se encontraba en su habitación
De una cama de dos plazas para hacer más placentero
El retozo con sus sueños.
Una silla enclenque y una bufanda inmóvil ya casi invisible encima de ella
Yacía impregnada de un aroma de acontecimiento importante.
Al lado de conmovedores objetos
Colgadas estaban unas cortinas azules de Prusia
Arañadas, andrajosas y con leves manchas casuales de vino y frituras.

III.
El suelo era compuesto por el desgano
De tablas sobresalientes que eran dueñas de cuantas historias más
Sobre hurtos a piernas armadas
De virginidad
De nupcias
De melancolías
De cuántas cosas más.

Rodaban botellas de vino a medio litro y vacías, por las rampas de madera
Que se formaban con la antigüedad de las láminas.
Frigus no se sorprendería si ve a un ratón mordisqueando algún corcho
Desolado en la mitad de este desierto sedentario
O a unos cuantos escarabajos cristalinos al abrir las tapas
De las poesías de Gabriela Mistral, Benedetti, Cervantes
Y algunos de Franzliche que estaban sellados aún porque le faltaba
Tiempo para dedicarle lectura.

IV.
Frigus estaba en el acantilado de sus pensamientos
Se sentía vago en la calle fría de su mundo onírico
Sentía que se desmoronaba y que nadie lo valoraba como se merecía
Que fue destinado a una vida óptima de desgracias
Construida a base de ruinas ofuscadas por la victoria
Que tenía que sucumbir ante los sollozos inescrutables y la reminiscencia de la Luna
Eran recuerdos que tenía que olvidar
Sin embargo, él se negaba a dejarlos.

V.
Frigus pensaba que el placer de amar
Giraba en aquella tez morena
Pero quizás se había equivocado de belleza
Quizás había elegido a una sábana errónea
Él mantenía firme el hecho de que el amor es la energía que mueve el mundo
Que mueve los pasos de la gente al transitar en el cemento abrigado de cenizas
Que hace menos cruel y cansador los tic-tac del reloj
Era aquel placer inevitable que llegaba cálido como abrigo de piel
Era esa compañía abrumadora de mujer propia
Era sin pensar mucho
La medicina de literatura más intensa que existía.

VI.
Cansado de lucir a melancolía de domingo
Se convenció de que aquella infidelidad fue a causa
De la posesión de su permanente sinceridad
De su tan anticuada manera de ver al amor como un sentimiento único y espontáneo
Que quizás ser natural, en estos tiempos ya era en vano
Pues la superficialidad es la reina que gobierna nuestros ojos
Y las mujeres más bellas estaban fuera de su alcance
Porque dichas damas les gustaba sentir
La fuerza y el amor
De la manera menos indicada
Pero si ellas querían recibirla de esa forma
El problema no es de ellas, si no de Frigus.

VII.
Decidió que abandonará su nido de soledad
Se volverá un hombre moderno
Lo que el amor hoy demanda
Un amor carente de amor
Un amor invisible para el alma
Un amor aparente para los ojos
Un amor moderno
Que ya no tiene el significado de amor
Que trata de riquezas
Vanagloria
Y bebidas en barandas.

VIII.
Despertado totalmente
Rebosante de una energía proveniente de sus reflexiones
Cerró su visión onírica y lanzó a un lugar recóndito casi inexistente
Sus memorias paupérrimas.

IX.
Camisa manchada por el fuerte tinto de un vino chileno
Y una barba grasosa por las frituras consumidas en estado pavoroso
Impávido por la friolenta noche amenazante
Se colocó unos vaqueros gastados propios de los años noventa
Se calzó con esfuerzo unos zapatos rojos manchados de odio
Y redundantes de vivencias juveniles
Cambió el Jazz de Louis Armstrong por una pieza de Powerslave
Echó todas las evidencias de tristeza amorosa a un basurero de lata
Incluyendo las poesías pero las de Franzliche las dejó encima de la cama
Por si algún buscador de respuestas
Quería alimentar su mundo onírico.

X.
Empujó con fuerza la puerta de salida
Dejando de lado los rumores y las lágrimas
Se estiró la cara hacia atrás con un gesto petulante
Se puso unas gafas de vidrio plateado colmadas en vanidad
Encontró un cigarrillo en su bolsillo izquierdo y lo encendió
Con el último fósforo amarillo que le quedaba
Tomo un gran trago de vino para tener un aroma seco
Decidió cambiar hasta de nombre para darle cierta influencia social poderosa
A su nueva personalidad.
Entre búsqueda y búsqueda decidió apodarse ‘’McFrigus’’
El Mc era el apodo que toda persona magnate de poder
Sea o no sea
Le daba cierto poder veraz ante una sociedad que demandaba
Justamente aquello
Un amor moderno
Un amor que ya no es amor
Un amor por lo aparente y lo palpable
Un amor que ha fallecido
Un amor que ha sido tergiversado
Ante nuestros corazones pero que
Ha sido deteriorado para nuestros ojos.

- Franzliche. Chile, 2016.
30/07/2016

Comentarios & Opiniones

Orlando Silva

Mi buen Amigo Franzliche Huxley excelente Obra, Mis felicitaciones Hermosa inspiración, muy excelente contenido y muy amena y agradable lectura. Que tengas un maravilloso domingo y un cordial saludo desde Venezuela.

Critica: 
Franzliche Huxley

Muchas gracias Sr. Orlando!
Que bueno saber que le haya gustado. Que tenga una buena semana, saludos!

Critica: 

Comenta & Vota