Mariana sobre "El ateneo"

poema de Eduardo Roa

Ya es noviembre y no amanece
Las ondas zigzagueantes de conciencia,
sustraídas en las grafías imprecisas de los sueños
van cobrando otra vez la forma de ella.
Hoy es la perfecta música de su voz en "El ateneo"

Bajo la mesa, el zapato dorado de su pie, inconsciente,
roza mi rodilla.. y mi corazón palpita
No se ha percatado.. aunque tarde o temprano, lo alejará

"El ateneo", ese nombre va con ella
Desde su incontenible espíritu
brotan reparadas palabras, diestras, que van siendo puestas una a una
delicadas bordeadas en sonrisas afables,
grabadas en convicción, y en la paciencia absoluta
de haber leído muchos libros

Sus orejas pequeñas.. lanzadas hacia afuera,
se muestran completas en su cabello atado
sus dueños son personas intrépidas, brillantes, yo lo sé
¿Sabrá ella que sus orejas me apresaron en una dimensión extraña?

Su labio superior ha sido atómicamente dibujado
(juro que el frenillo, abajo del mismo, es pronunciado)
sus dueños son poseedores de un raro magnetismo
He descubierto que su labio superior se parece al mío..
Es como si ambos se hubieran reencontrado en la incomprensible maraña
del espacio-tiempo para entallarse en un beso de amor verdadero.

Sus ojos de miel, grandes, espirituales, cuidándose de no mirarme
y cuando lo hacen, tropiezan con un corazón gitano, desnudo
salvaje, de alguien que nunca antes supo quién era

Me ha tocado, casi juro que me ha tocado
¡Qué no daría por tomar su mano
y alimentarme de su piel de terciopelo!

Casi es verano, la noche fresca se la ha llevado
Ha subido en la nueve, cuidando de no besarme,
La 9 es verde y blanco, y cruza por "El ateneo".