Queridos amigos.

“Un amigo es un regalo que uno
mismo se da”
(Robert Louis Stevenson)

Queridos amigos, os confieso, que
desde que me fui, no he dejado de
pensar en vosotros ni un solo instante:
en Silvia, en Keyra, en Xio, en Nancy…
en Marcelo, en Luna, en Joel…
en María Del Rocío, en Jorge, en Japi.
en Orlando… ¡En mi omnipresente
Dama Azul…!

Que se me saltaron las lágrimas
cuando me fui, y se me partió el alma
en mil pedazos…

Que he estado a punto de escribiros varias
veces, y que, por un extraño impulso
que no pude controlar, apagué
mi ordenador… para sumirme en
el mar de mis recuerdos bajo el palio
de mi inveterada soledad…

Que, a pesar de todo esto, he tenido
momentos de gran felicidad, donde
encontré la paz bajo el calor de mi
familia, hasta el punto de cantar con
mi guitarra canciones que compuse
en mi juventud…

Que he cortado el césped y he plantado
flores, y he paseado por la playa,
y he escuchado música mirando la
luna y las estrellas sentado en la
glorieta que hay en mi jardín….

¡Hay que ver qué forma de ser más rara
la de este poeta viejo, que sólo
escribe y piensa en clave de nostalgia,
aunque a veces lo haga desde el umbral de
la esperanza, soñando en el amor
idealizado que desde siempre buscó!

Y ahora, que le he quitado el freno al
vuelo de mi alma -y me despojé
del peso que llevaba-, os quiero dar
las gracias por vuestro aliento y bellos
comentarios… y deciros que os quiero
mucho y os concedo el corazón…

y que estaré con vosotros hasta que
la vista y la fuerza me acompañen…
¡y Dios me otorgue el don de la preclara
e indispensable inspiración.

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Autor: Francisco López Delgado.
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