Hoy hace un día espléndido.

poema de Franlodel

¡Hoy hace un día espléndido…!
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¡Hoy hace un día espléndido, maravilloso! La mañana está radiante y su luz lo inunda todo. Me siento feliz y con ganas de hacer muchas cosas..., escribiré la historia más bella que jamás se haya escrito... ¡Soy el mejor escritor del mundo! —Exclamé, mirando el cielo desde la ventana de mi habitación.

Bajé las escaleras poco a poco -seguro de mí mismo-, como lo hacen los toreros y los altos dignatarios: con la cabeza alta y el pecho henchido, encogiendo el vientre y achicando el tafanario… y después de tomarme las pastillas, de lavarme y afeitarme, me dispuse a escribir un rato.

—¿Qué escribiré…? - Me pregunté desorientado… Y me empecé a masajear las neuronas de mis sesos para intentar concebir alguna historia que fuese interesante; pero al parecer, mis musas estaban de vacaciones, o vagando por el cielo con mi numen y mi estro, sin pensar en absoluto en las inspiraciones.

Después de revolar por el aro de mi limbo, sin hallar ninguna historia que fuese interesante - decepcionado por mi escasa lucidez y falta de oficio-, empecé a ponerme muy nervioso y preocupado. Me levanté y empecé a refunfuñar por todos los rincones de mi casa, maldiciendo aquella situación completamente enajenado, mientras retumbaban en mis oídos las voces de los frikis de Telecinco y las continuas disputas de mi hija con mi esposa y con mi nieto, que hacía muy poco que se habían levantado.

Sin pensarlo, me fui al televisor echando chispas como un rayo, y cogiendo el mando con furor -como se suele hacer en estos casos-, lo dirigí violentamente a su pantalla y lo apagué diciendo: ¡Cretinos, subnormales, iros a freír espárragos...!
Cuando de pronto, (como si fuese una tigresa, o una leona herida), se me abalanzó con sorna mi mujer, clavándome en los ojos el puñal azul de sus pupilas, mientras me decía: “¿Pero cariño, por qué me apagas el televisor, no has visto que lo estaba viendo yo…?” ¡Bueno mujer, no te enfades por favor, que hoy estoy de mala uva y lo puedo pagar contigo...! ¿Verdad que lo entiendes mi amor?”— Le contesté en el mismo tono y con la misma sorna…

Y me fui al jardín a oler la yerbabuena y el perfume de la albahaca… y los jazmines blancos y los claveles rojos…, y el olor intenso del romero florecido, y la sutil fragancia de las rosas, del tomillo y de la jara.

Una vez tranquilizado por la sensatez de mis racionamientos, y el influjo lenitivo del olor de aquellas plantas, me desayuné unas tostadas con café con leche y me senté de nuevo frente a mi ordenador, para ver si escudriñando en los grandes almacenes, de esa cosa que se llama Google, conseguía encontrar algún escritor importante, que, con su reconocida escritura, me volviese reencender las bombillas de mis luces… y me puse a leer Cien Años de Soledad de Gabriel García Márquez:

—“¡Cómo escribe este gachón!… ¡Si yo fuese capaz…!” -Exclamé alucinado al leer la prosa de su maravilloso libro.

Ilusionado y autoconvencido, de que yo también era capaz de escribir de aquella forma tan fluida y perfecta, me lancé envalentonado, en un ataque de soberbia, con mi inexperiencia al ruedo, y empecé a deambular como un alma en pena por los medios de su arena y sus rojos burladeros, al no poder hilvanar una historia que tuviese un argumento… Hasta que de pronto, (cuando estaba a punto de tirar el capote y la montera), me levanté como un resucitado y grité diciendo: “¡Eureka, ya lo tengo… escribiré sobre el mar y los placeres del verano, cuando regrese al mediodía de la playa…” Y es que al parecer, una de mis musas, -la que conozco más por haberme socorrido algunas veces-, había regresado repentinamente de sus vacaciones veraniegas, y al verme así -tan triste y preocupado-, se puso a encender las lamparillas de mi fantasía y a enchufar mis oscuras circunvalaciones cerebrales, que con el uso cotidiano y el paso de los años se habían desenchufado…Y me fui con mi familia a la playa de Torredembarra, donde tengo una casa y solemos veranear todos los años.

Cuando estaba sentado frente al mar, con mis doradas RayBan y mi gorra colorá, bajo la sombra de mi parasol y el influjo embriagador de la espuma y de las olas, empecé a reparar en una serie de personas que pasaban paseando por allí: “¡Ay qué ver qué horrible es esta tía… y éstos dos, qué tiesos y carcas que van… y esta mujer tan mayor, no le da vergüenza de ir mostrando sin pudor sus enormes tetas, con lo arrugadas y flácidas que están!…”— Murmuraba mientras me tomaba un buchito de agua fresca y me levantaba de vez en cuando, para observar con discreción y disimulo, a las personas que estaban a mi alrededor.

A mi izquierda, -según se mira el horizonte-, había una estrambótica pareja de extranjeros, que me causaron mucho interés, por ser más blancos que la leche entera y por estar tomando el sol sin descansar. El hombre -que parecía por su especial anatomía un camarón de Huelva-, estaba completamente esparrancado, tendido sobre su toalla verde, con las piernas formando una uve y los brazos bajo su cabeza, exponiéndola someramente al aire, como un melón de guardar, de los que se comen por las Navidades… mientras que a su lado, su mujer, blandía con estilo y desenfado, un inmenso par de tetas tersas, como si fuesen bellos estandartes, o banderas suecas o francesas, hornadas con blasones esmaltados, bordados en plata fina, sobre campo azur y flor de lis…
Y a mi diestra, -poniendo como referencia mi viejo corazón-, había otra pareja, aparentemente mucho más discreta, que me produjo una asaz sorpresa, por el hecho tan insólito y extraño, que os voy a relatar a continuación:

Bajo un inmenso parasol, lleno de soles y de rayas gruesas, que subían y bajaban formando una espiral, tenía esta pareja entre sus muchas pertenencias un cochecito de niño chico, donde pensaba que tendrían a su hijo, para protegerlo de las miradas indiscretas y de una posible insolación. El marido, que era un hombre fuerte, con el pelo crespo y una barba espesa -parecida a la que llevan los Hípster-, solía meter de vez en cuando su mano dentro, para acariciar a su pequeño hijo, diciéndole frases cariñosas como… “¡Churrichurrri, cariño mío… Ay qué bonito que es mi bombón!”.

Mientras lo hacía, yo le miraba ensimismado, al ver con qué delicadeza lo trataba y su comportamiento tan tierno y paternal… Cuando súbitamente, me quedé petrificado, al ver con gran sorpresa, cómo por un agujero de la parte delantera, asomaba su cara un magnífico ejemplar de gato persa, con unos tremendos ojos y un mullido y redondo cabezón, maullando como un desesperado y mostrando su delgada lengua roja, como si estuviese pidiendo su ración de leche fresca, directamente de la teta o metida en un tazón… “¡Joder! –pensé…, ¡pero si el niño es un gato... ay qué ver cómo se está poniendo el mundo, esto no hay quién lo arregle Señor!” ...Pero mi extrañeza se agrandó hasta lo infinito, al contemplar espeluznado, cómo después, le empezó a dar repetidos besos en la boca, como si fuese su pareja o su amante seductor. Sonrojado por aquella situación, volví la mirada otra vez para las olas, pensando con gran preocupación, cómo en este mundo tan absurdo, hay gente que prefiere, por desgracia, gastarse el dinero con los animales, antes que hacerlo con los pobres y sus semejantes.

Al cabo de un buen rato, después de haberme bañado y reflexionado sobre aquel asunto tan estrafalario, se cruzó ante mis ojos una pareja de ancianos, andando por la playa cogidos de la mano, mirándose como dos enamorados: “¡Cuánto tiempo llevarán unidos… cuánto amor y atenciones se habrán profesado… cuántas ilusiones y esperanzas, tristezas y alegrías, habrán compartido los dos! ...” – Pensé mirando a mi mujer de soslayo…

Pero lo que me hizo llorar y sentir una emoción inconmensurable, fue cuando contemplé con gran dolor, el descomunal esfuerzo que hacían unos padres, al intentar levantar de su coche de inválido, a su pequeño hijo, con paraplejia total… cogiéndolo como podían por los brazos y las nalgas, como a un crucificado descendido de su cruz, para llevarlo hasta la orilla, a que se pudiese bañar. El niño no se podía mover. Tenía todo el cuerpo inerte -completamente lacio-, y sus piernas las iba arrastrando, dejando a su paso dos profundas huellas, como si fuesen los surcos de un arado labrando la arena del mar.

Le estuve mirando en silencio -como se mira a Dios cuando le hablas a solas-, y pude ver, que detrás de su tragedia, y de la enorme mueca de su faz sin expresión, había un ser inocente con una bondad infinita, que se traslucía en su mirada, más limpia y clara que la luz del sol…
Elevé la vista al cielo para preguntarle algunas cosas, y después me quedé mirando fijamente el horizonte, sumido en el silencio y en una profunda emoción… Y en aquel instante, supe, que la importancia y la belleza de esta vida no está en las cosas grandes ni en las más hermosas, ni en los días luminosos y las noches estrelladas, ni en los bienes que nos conceda Dios…, sino en el coraje y en el esfuerzo para vivir todos los días, en el alma de la gente humilde, en la aceptación de nuestra realidad… y sobre todo, en algo tan trascendente que se llama amor.

Guardé los trastos y me fui a mi casa, para empezar a escribir diciendo:

-Hoy hace un día espléndido…, maravilloso. La mañana está radiante y su luz lo inunda todo. Me siento feliz y con ganas de hacer muchas cosas, ¡soy el hombre más afortunado de la tierra!… ¡Escribiré a partir de ahora con mi ejemplo y con mis actos, la historia que nunca supe escribir!… Empezaré por desposeerme de toda mi soberbia, por llenar mi corazón hasta los topes de esperanza, ilusión y amor... por hacerme amigo y compañero de los pobres, y llanto y paño de su tristeza y dolor… y después, ascenderé, con este bagaje en mis alforjas, hasta la Playa Eterna…, allí donde se junta el mar con el cielo y con la tierra, y no soplan el viento ni rugen las olas … y pasa la gente andando lentamente por su orilla, con su alma en ristre, dejando atrás la estela de su historia y su propia realidad…!-

Autor: Francisco López Delgado.
Todos los derechos reservados.

Comentarios & Opiniones

Luna

Yo querido amigo no se que decirte pero esta historia que parece cotidiana, primero me hizo sonreír de buena gana, levantó por completo mi ánimo para luego hacerme recapacitar en esas cosas que pasamos por alto, tus propias cavilaciones sirven como

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Luna

ejemplo a seguir, tu mencion al gran escritor Gabriel Garcia Marquez, que es mi favorito. Me dejas gratamente feliz con la lectura y admiro tu maestria

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Franlodel

Gracias amiga Normanda. ¡Eres un encanto! Te envío un fuerte abrazo. Me alegro de que te guste garcía Márquez.

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Joelfortunato

Felicitaciones amplias y sinceras. Excelente trabajo literario y filosófico naturalista existencial. Su base creativa es de alta calidad sentimental y desarrollo ágil de arte descriptivo con madurez pulcramente expresada. Gracias por compartirlo.

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Silvia

Impecable! Dónde nadie ve la poesìa,donde nace y muere,franlodel,todo el relato es maravilloso un placer besos.

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María del Rocío

Maravilloso relato toda una enseñanza. Gracias

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Keyra

Paco, un gusto apteciar como bebes de la vida misma para en ontrar tu inspiración. Ternura a raudañes. Un abrazo, Paco

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Xio

Cuantas emociones y reacciones has provocado en mi alma; de todo mi querido amigo, risas, alegrías, tristezas, reflexiones, comprensiones..todo un compendio de sentimientos, eres genial, eres un escritor de talla mayor,se encuentra en tu obra, todo

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Xio

lo que el mas exigente lector pudiera anhelar, que gustazo de lectura, gracias por regalarnos ese talentazo que posees, un fuerte abrazo, que tengas un maravilloso dia, te quiero.

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Franlodel

Gracias Joelfortunato. He tardado en contestarte, porque se me ha roto el ordenador (se me cayó el café encima) y me he tenido que comprar otro. Como verás soy un desastre. Un abrazo muy fuerte.

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Franlodel

Gracias amiga Silvia.¡Te abrazo!

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Franlodel

Gracias María del Rocío. Te envío un fuerte abrazo.

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Franlodel

Eres muy amable amiga Keyra. Muchas gracias por tus bellas palabras. Te envío un fuerte abrazo.

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Franlodel

¿Y qué quieres que te diga amiga Xio...? Tus palabras son maravillosas. Tú, me das fuerza para seguir escribiendo. Tú, me alientas. Tú, despejas mis dudas y disipas mis momentos de tristeza. Gracias una vez más por ser como eres y brindarme tu

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Franlodel

amistad. Un abrazo muy fuerte y muchos besos.

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La Dama Azul

Estimulante lectura, que describe como “El escritor nace y luego se hace".
Dentro del instante en que suelta sus amarras y permite en su libertad, escuchar al espiritu guia.
De mi luz a tu luz, un abrazo.

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Franlodel

Muchas gracias Gabriela. ¿Puede la fuente calmar la sed si no tiene agua...? Puede la brisa acariciar sin aire...? La luna brillar sin sol...? ¿Verdad que no? Tú ya lo sabes, "no es poeta quien escribe poesías, sino quien las siente"...

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Franlodel

como dijo Tintanegra. Un abrazo de luz.

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Jorge Loyola

CORTAZAR DECÍA " en literatura no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un buen o un mal tratamiento del tema. "
QUERIDO PACO,TU TRATAS LOS TEMAS MARAVILLOSAMENTE ,POR ESO SIEMPRE PARAMI SERÁS EL MAESTRO.
PERDÓN POR LA DESATENCIÓN ,ABRAZO.

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ROBERT TIGER

Grandes versos a encontrado al apreciar todo a su lado, excelente poeta simplemente es un placer leerle, saludos desde Honduras.

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Franlodel

Jorge, muchísimas gracias por tus bellas palabras. No te disculpes, a mí, a veces, también me pasa, me olvido de muchas cosas, pero sé que tú me tienes presente. Un abrazo muy fuerte.

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Franlodel

Gracias Robert. Un fuerte abrazo.

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Japi

Maravillado con su escrito altamente en un escenario tan real, la conclusión positiva, envolvente y agradable, un gusto poder leer esta magnífica obra

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Franlodel

Muchas gracias amigp Japi. Un abrazo.

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Osler Detourniel

Hoy fue un dia espléndido porque tuve la oportunidad de haber leído esta magnífica y reflexiva obra. Saludos cordiales

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Franlodel

Gracias amigo Osler. Un abrazo

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