Una noche silenciosa

Iba dando vueltas por la ciudad vacía.
Ya no queda vida.
Nunca la hubo sin ti,
pero hoy, para nadie hay vida.

El silencio me estremece y por un segundo recordé.
Recordé tu silbido en medio de la noche.
Celebrábamos tu cumpleaños,
los dos, hace ya muchos años.

Silbaste, en esa calle ahora desierta,
llamaste mi atención,
me hiciste reír en medio del terror.
Eras tú, un saludo poco efusivo, remeciendo mi interior.

Caminamos juntos.
La noche era como cualquier otra.
Pero había vida en el silencio,
algo que no tengo ahora,
ni tú,
ni nadie.

Si la ciudad, si el mundo, no vuelve a llenar sus calles,
al menos el fin de los días acabará con tu recuerdo
y el silencio se extenderá por cada rincón, por cada pueblo,
para que así pueda creer que nunca te fuiste, que jamás me dejaste,
sino más bien, que dejaste, que dejamos,
que dejamos de existir,
antes de que me dejaras.

O eso me gustaría creer en medio de una noche sin música, sin pisadas, sin risas
y sobretodo, sin vida.