¿El primer o el último de los finales?

A este punto decir que te amo está de más, con todos los mensajes, con las múltiples llamadas y humillaciones. Ya no te deben quedar dudas. O eso espero, porque hoy te libero. Si ya no quieres estar conmigo, yo ya no tengo fuerza para batallar por los dos.
Solo quiero que sepas una cosa. El problema nunca fue la distancia o el poco tiempo que teníamos. Él problema fuiste tú, con tus demonios que se disputaron el trono con los míos. Con tu tendencia a cerrarme la puerta cuando yo solo quería cuidarte y darte calor, darte el consuelo que me dabas tú a mi. Ojalá hubieras confiado tanto en mi como yo en ti. Ojalá me hubieras incluido en tu vida de alguna forma que me hubiera hecho sentir el amor que tanto me decías, porque las palabras son solo eso y los hechos, en cambio, se quedan en el corazón.
Corazón que el día de hoy terminaste de romper, al confirmar la lejanía que yo tanto temía, cuando una vez más no fuiste capaz de abrirte conmigo. Porque el problema era la distancia que ponías entre nuestros corazones, pero tú preferiste verlo de forma racional, de forma técnica. Le echaste la culpa al destino, a las distancias físicas y al tiempo mezquino. Cuando con una llamada arreglabas mi mundo y con un “buenas noches” lograba dormir en paz.
Hubiera querido poder decirte todo esto en persona, pero estás lejos solucionando problemas. Solo espero que alguien sostenga tu mano hoy, ya que no pude ser yo.