El origen del mal
De pequeña siempre fui la que más preguntaba en clases.
Inquisidora y a la vez agotadora. No me quedaba tranquila si algo no estaba claro. Insistía una y otra vez, para calmar mi ansiedad. La obsesión por tener siempre claridad.
Nunca dudas, siempre respuestas.
Entonces llegó la adultez, donde me han dejado con vacíos.
Miles de preguntas sin respuestas y mi ansiedad, acrecentada.
¿Por qué no fui yo?
¿Por qué fingir amor para poder tocarme?
¿Por qué interesarte en mis heridas si después planeabas dispararme?
¿Por qué?
¿Por qué un padre abandonaría a su hija adorada?
Tantas dudas, tantas veces que he querido levantarme de mi silla. Acercarme al oído de mi profesora y susurrarle:
“¿Es que acaso eso fue maldad?”
Y así es como leyendo un libro cualquiera, lleno de fantasía, magos, lurlina, ozmas y brujas, llegó mi respuesta.
“Es la naturaleza del mal ser secreto”.
Así que supongo que todas las veces que no he obtenido nada más que silencio por respuesta, es porque debe existir maldad.
Para mí, la bondad se aprecia en la claridad. En las justificaciones para no quedarme en esa dolorosa incertidumbre.
Me niego a verlo, pero ante el silencio, no veo más que eso.
Entonces mi profesora me susurra de vuelta, para que el resto de la clase no escuche:
“A veces es mejor no encontrarte de frente con la maldad, que sea algo que rozaste por accidente y que nunca la llegas a confirmar. En ocasiones, el limbo de la duda termina siendo tu mejor escudo contra el mal”.






Comentarios & Opiniones
Nuy buena obra, saludos
Desde que leí las primeras lineas me sentí identificado contigo, querer tener mas respuestas que dudas creo es una parte del combustible que nos impulsa a avanzar a todos aquellos a los que nos gusta la poesía. Felicidades.
ESTO NO TIENE CADENCIA, PERO ES LO MÁS VOTADO. NO ES NI UN "POEMA".
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