Todo es bueno cuando sé de ti.

Todo es bueno cuando sé de ti, cuando la casualidad de tu camino te trae a mi y te veo andar desnuda desde la cama hasta la ventana, así, tan natural; con esa pequeña taza de cafe cargado, desgranando hebras de vapor de humo, con ese andar pausado que me deja contar los lunares que adornan tu cálido cuerpo, con ese desenfado y esa seguridad que te caracteriza cuando estás conmigo, con la certeza de saber que me estoy atorando el tiempo suficiente en observarte detenidamente desde la cabeza hasta los talones, mientras cuento en menos de tres segundos y uno por uno, los veintitantos tablones de la cortina, que nos salva de las miradas indiscretas y tú tan tranquila pues sabes que me desvivo y entro en desespero por cubrir tu pecho con pequeños besos y que a la vez suplan la ausencia de mis manos en tu cuerpo, mientras cierras los ojos; disfrutando del sabor amargo del café con el que pierdes el tiempo tan inútilmente.
Todo es bueno cuando sé de ti y me pierdo en tus ojos pequeños de color café (creo que es lo único que tenemos en común; tus ojos y mi piel) en tus labios suaves y delgados; vacíos de las humedades de tu piel y mi piel, despues de perder el tiempo para tomarte el café. Mientras caminas despacio, sin más ropa encima que los besos que te di y que de a pocos se enfrían, sin mis manos que no te olvidan, mientras tú sigues perdiendo el tiempo de la manera más ruin.
Todo es bueno, cuando sé de ti.

Extracto de "Amor de un viejo"
Todos los derechos reservados, ciudad de México a 25/01/2023.
Falstaff