LA MUJER DE MIS SUEÑOS

La mujer de mis sueños no anhela la tierra por ser alada
Ni lleva minifaldas ni curvas afiladas
Ni baja, ni toca la luna con la cabeza
Acertará una duda de certeza

No usará escotes para provocar como afrodisíaco la libido que reboza
Bastarán sus embelesos para el ocaso de cuán rosa
Que a costas suscribe un fideicomiso de amor a la soledad
Disuelta, suelta, dispuesta efímeramente a una eternidad

Si pregunta a la muerte de su primer O-bon
Tendrá una luna orbitando el corazón
Que maquiavélicamente por luceros
Se denota apasionada renaciendo por mundos enteros

Si la musa a las tres de una madrugada contando su cana
Deseé que ojalá nunca el siempre se asome a su ventana
Volvería desde cero, vaciando unas repletas
Confundiéndolas, siempre vuelven, aunque no completas

Que la musa es canción que con poesías se recita
Que muere de tantas veces que resucita
Que ojalá mi espera se agote al entonarme en su vida
Que, en lugar de vaivenes, me regocije entre sus brazos.

La mujer de mis sueños, bajando de lunas, no tiene ojos azules
Pero en ellos mis reliquias contemplarán mares y tules
Que despierta sueña con dormir sin soñar ser, o no, libremente prohibida
De una vida que no puede vivir sin que sea por su vida

Que por ociosos amores, no olvidará en su velo
Un sueño que viaja en la caída de un vuelo
Y si olvida, cada que pueda otro lirio con sus desdenes
Importarse de libertades como rehenes.

La mujer de mis sueños llegará con destellos de un paraíso
O a resguardo desapercibido de un improviso
A menester de un buen amor que en olvidos recuerde hasta los años cien,
Que todavía sienta con ánimas el buen amor de mi Jen.