El vacío del dialécto

Surgen las 3 p.m. entre los muros deliberadamente compactos de mi fría y gélida habitación, en la cual me hallo posado completamente sobre las fibras de algodón de un viejo y acolchonado rectángulo, donde suelo pensar un poco acerca de mi recorrido a lo largo del día. Es entonces cuando viejas memorias invaden furiosamente los canales de mi conciencia, evocando antiguas intervenciones en las cuales he dejado una mancha en forma de un desliz simpáticamente vulgar, una reflexión carente muchas veces de contenido dialógico, como si supiese exactamente que desean escuchar las personas a mi alrededor, o peor, palabras envenenadas de insatisfacción y empeño por embelesar a los otros saliesen de mi lenguaje aparentemente intelectual pero lleno de vacíos sin argumentos, es allí mismo donde se genera el caos, el tormento, pero nada de lo que he descrito es siquiera la parte inicial de dicho suceso.

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Vuelve a mi morada mental con algo de esfuerzo un suceso ocurrido hace unos días atrás. Me encontraba en un salón rodeado de colegas y conocidos por diferenciar aquellos que son de mi simpatía conversacional y "los otros", los cuales para mi concepción de alguna forma hacen su labor como un relleno pasivo de aquel lugar. Recuerdo que el tema inicial de la polémica era el concepto de "libertad" era lunes, cuyo unísono era dicho despectivamente por la mayoría para dar por sentado la intensiva carga laboral y su descontento presente, la situación ya ha sido planteada y los participantes no se veían muy animados, al igual que yo, era como si un denso aire de apatía y desatención se apoderara de aquel recinto cercado en cuatro paredes, haciendo que el desespero incrementase con la acción compulsiva de frecuentar con la mirada el reloj del celular, de repente, una opinión inicial activa mis sentidos al máximo, a la espera de un buen discurso, o por lo menos un fragmento interesante de analizar. En la medida en que el discurso es emitido de los labios de aquella mujer voluptuosa me detengo fotograma por fotograma a analizar el sentido lógico de su expresión y el nivel de reflexión de sus pensamientos simbólicamente emitidos. Al finalizar su discurso encuentro un descontento en mi interior, como si lo dicho por esta mujer a pesar de oírse coherente no fuese suficiente para mis oídos, es allí cuando me dispongo a expresar mi opinión.

En el instante en el que me dispongo a opinar un análisis fugaz de la situación previa me hace captar que el modulador y generador de dicho tema ha estado de acuerdo con la respuesta anteriormente enunciada, lo que me hace dudar suspicazmente de las habilidades de este mismo. Impulsado por la duda metodología que siembra en mí el juicio tan pobre del modulador me dispongo a emitir una opinión subliminal, en la cual a groso modo intentaré probar su amplia gama de habilidades, puesto que si es el moderador se supone que posee un rango de características que le distinguen de los demás. Justo entonces en pleno discurso de mi autoría dialéctica, enuncio una función apelativa en contra de la libertad, siendo que muchos de mis autores idealizados explican de forma sublime y concreta el hecho de que los seres humanos respondemos pasivamente a los estímulos circundantes en el medio, siendo en ultimas de que la voluntad es tan solo un espejismo de la imaginación de los trastornados que sueña con una pseudo-libertad fuera de todo contexto coherente. Es allí entonces cuando todo este afluente de información ancestral almacenada en mi memoria histórica se hace presente para emitir un discurso con todo el peso argumentativo que este merece, justo allí en ese preciso instante una premisa lógica proveniente del rincón más profundo de la mente enuncia una orden diluida en un abrupto pensamiento, que de cierto tiene mucho, pero de justo lo carece todo. <>.

Luego de que ese pensamiento engulle mi razonamiento lógico e invade los canales de mi conciencia, el léxico formalmente estético empieza a disiparse en el abismo de mis memorias nuevamente, dejándome en un vacío, aquel vacío dialéctico.

Culmino finalmente mi discurso con una breve discusión entre el modelador y mi descontento, lo cual termina en un cese de palabras por mi parte, cediendo falsamente a su demanda para no continuar con este dilema donde solamente manifiesto insatisfacción y una leve necesidad de ser oído, pero muy en el fondo mi mente y yo buscamos exactamente lo mismo...

Ser comprendidos.

๑۩۞۩๑Evans Infernus๑۩۞۩๑