Marginadas

Pobre mujer que arrastra sus cadenas,
llevando en su espalda marcadas las penas
del látigo ardiente de fuego,
que azota su imagen mas no su ego.

Débil se le entiende por ser mujer,
frágil por ser dócil;
mas lleva dentro un coral de saber,
que es fuerte como el marfil.

Sus ojos con llantos saturados,
envueltos en trozos de esperanzas;
suele desear los abrumados
golpes de amor y venganza.

Y el castigo brutal de desobediencia,
la aleja al tremor de lo ilícito;
entregando rendida su conciencia,
a la voluntad extraviada de lo exquisito.

Tal ignorancia ha existido,
con tal grotesco barniz;
que el hombre habiendo nacido,
se olvide del ese ser y su matriz.

Marginada de pies a cabeza,
de mirada fatal entre cejas;
exprimida de sus pensamientos con rejas,
acompañándola su descomunal pobreza.

Con gritos asechando a la distancia,
los lamentos de un falso impúdico;
implorando en suspiros clemencia,
al causante de los flagelos rústicos.

Sus lágrimas brotando en sus ojos,
corriendo entre sus mejillas;
se pierde cual lucidez entre los rojos
labios, sangrados de la vieja postilla.

Su último suspiro dejando,
entre el viento un mensaje;
si has de matarme hazlo andando,
mas no mortifiques mi alma con sangre.

("Obra de Poemarios" - Bajo Un Cielo De Luceros)
Fernando Emmanuel Enríquez Sarria