Beso inglés en Malvinas

poema de Señor Zorro

Beso inglés en las Malvinas
La he estado observando por un tiempo, jamás pierde ese encanto en la mirada.
Me encanta disimular que salgo a ver el color de los glaciares que suelen amanecer azules, blancos o puros como el diamante, aunque sólo salga a imaginarme tomado de la mano de Anabel, sentados en la nieve y tratando de memorizar cada detalle de su rostro.
Tiene un cabello castaño hermoso, unos ojos marrones claros en los que puedes llegar a la profundidad del infierno, la luna envidia su tez tan blanca, ¿y cómo negar esa figura escultural? Creo que es oficial, estoy enamorado.
Justo ahora está ahí sentada, quizá esperando a su príncipe electromagnético o que un narwhal le obsequie su cuerno.
Hoy estoy decidido, es un día extraño, pero usual en tierras Groenlandesas, está oscureciendo a pesar de que el día apenas duró 3 horas.
Doy pasos tímidos pero seguros, no dejaré pasar esta oportunidad, me siento a su lado y pronuncio:
- Qué bien se ven las estrellas desde aquí, ¿no crees?
Voltea hacia mí y suelta una sonrisa que me da alas y un paro cardíaco.
- Sí, creo que resaltan muy bien con los glaciares. Me responde.
- Qué mal educado, soy Emma, ¿y tú?
- Hola. Yo soy Anabel.
Se me ocurre mentir para no descubrir que la he soñado y la veo en cada estrella que vemos en este momento.
- Oh, qué bonito nombre, nunca te vi por aquí, ¿Vives cerca?
- Un poco, aunque suelo venir porque me encanta la vista desde aquí.
Parece que le he caído bien, aunque no he perdido esa electricidad al verla, y menos mal
- Me encanta la vista también, ¿sabes? Es hermoso cómo los reinos groenlandeses pueden estar tan cerca de nosotros de manera invisible.
Me mira raro, parece que no entendió mi metáfora, se levanta, se despide y se va.
Me siento un poco tonto, espero no nombrar la ciudad de bestias que conozco a unos kilómetros de aquí, donde conocí a Sean, un minitauro bastante amable, que he visitado por un tiempo.
Es raro pensar en todo, pero sigo con ese sabor tropical que me deja Anabel en estos terrenos de bajas temperaturas.
Decido volver a mi casa, y me encuentro a la soledad muy cómoda en el sofá, se asentó muy bien desde que mis padres murieron atravesados por un Narwhal cuando estaban pescando, desde ahí, no he sido el mismo, deseo encontrar alguien que llene el vacío de amor que ellos no me pudieron dar.
Voy a mi cama directo a dormir, sin nada más que hacer, pienso en llevarle algo a Anabel, seguro la veo por ahí, y su hermoso rostro me lleve por el sistema solar.
Es temprano, me visto rápido y deseo verla frente a mi casa de nuevo.
Tal parece que la ley de la atracción funciona, ella esta ahí, sentada viendo el amanecer, la veo por la ventana y decido llevarle mi última ración de Capelín.
Me acerco con las piernas temblando por la astronomía de su belleza, debería verla por un telescopio; me siento a su lado y le digo:
- Hola, ¿cómo estás?
- Bien, pensando un poco por el paisaje, ¿y tú?
- Bien, te traje un poco de Capelín, aunque me gustaría que me cuentes lo que piensas.
- Gracias, se ve muy bien. Estaba reflexionando sobre todo, sobre lo que habrá después de la muerte, ¿quién derramaría una lágrima sobre mi tumba si me suicido? ¿Qué pasaría si muero un día de estos? La gente muere a diario, alguien tiene que serlo, ¿no?
Me impresiona esta chica, estos paisajes la hacen ir más allá de las profundidades que las preguntas pueden hacer, cuando terminó su pregunta, me miró a los ojos con una sonrisa, es hermosa, sus ojos se ven hermosos con la luz del sol; tener esta belleza con un intelecto curioso tan grande no es normal, ella me sacará de mi órbita.
- Es cierto, pero no deberíamos pensar en eso, y si la muerte nos visita, nos vamos juntos y yo manejo.
Digo en forma de broma al momento que suelta una delicada risa que me eriza la piel, muero por tener conmigo sus labios carmesí y darle rosas piraña, ella es mi sueño.
Su mirada es eterna pero su llegada es efímera, me dice que tiene que ir a buscar algo y se marcha. Me parece un poco raro, pero no me queda más que regresar a casa, tomo mi libreta, donde he escrito todos los poemas para ella, me gustaría mostrárselos al tiempo que tomamos café, algún día.
Salgo con mi libreta en dirección a mi escondite entre la nieve, el hogar de Sean, un minotauro que me acogió y me ayudó ante la muerte de mis padres, es mi mejor amigo.
Vive en una pequeña cabaña, totalmente solo, no suele demostrar mucho sus sentimientos, pero sé que daría la vida por mí, como yo lo haría por él.
Entré en su casa, estaba sentado en él su sillón favorito, como si me estuviera esperando, cuando sólo dice:
- Te vas a morir, si vuelves a hacer poemas que atrapen un poco de verdad.
Una frase que sólo tiene un objetivo y es paralizarme, mismo que es completado con éxito por Sean.
- ¿Cómo dices?
Le respondo muy desconcertado, intentando descifrar lo que dijo.
- Tú sabes a lo que me refiero.
Sé que habla de Anabel, no entiendo cómo lo sabe, sigo con dudas, pero prefiero evitarlas y cambiar de tema.
- ¿Has tenido un mal día?
- Siempre los tengo.
Amargado, como siempre, ahora me cuestiono por qué es mi mejor amigo.
- Esa es la chica de tus sueños, has dado todas las señales de estar enamorado, pero no veo otra cosa aparte de la muerte.
¿Qué es lo que dice? ¿Por qué ve la muerte? ¿Por qué Annabelle estaba reflexionando sobre la muerte esta mañana?
Paso un tiempo hablando con Sean y decido irme antes de que anochezca, al llegar, noto a Annabelle frente a mi casa, ¿por qué es tan hermosa?
Me siento a su lado de nuevo, y le pregunto si encontró lo que buscaba, a lo que asiente con la cabeza y la baja de nuevo.
- ¿Qué te pasa?
- Me pasa todo.
- ¿Qué es todo?
- Tú.
Nuestras miradas se cruzan y de un momento a otro, siento el universo en cada poro de mi cuerpo, la temperatura me hace incendiar el cero absoluto, mis labios se congelan y ese beso los derrite con ternura volcánica, la abrazo cada vez mientras anochece más rápido, donde las 2 estrellas más brillantes ven a su hijo mordiendo la Magdalena de Proust, sintiendo el amor que ellos me dieron antes de renunciar a su vida por sostener la mía, la abrazo cada vez más fuerte perdiendo de vista el panorama y sólo concentrándome en seguir cayendo en el abismo de sus labios carmesí.
El amor de mi vida se separa de mí y noto que todo ha cambiado; no estamos sobre la nieve, hay tierra, ella está llorando inconsolable y tengo un dolor profundo en el pecho.
No entiendo nada, hasta que al tocar mi herida veo mi placa.
"Fuerzas Armadas de Argentina, 1982"
Es increíble lo que un beso puede hacerte sentir minutos antes de que las verdades atrapadas por los poemas tengan sus consecuencias.
Se escapa una lágrima al desvanecerse mi vida, Annabelle se acerca y me da el último beso inglés en Las Malvinas.
Existen 4.600 millones de personas en el mundo, ésta es la historia de 2 de ellas.

Comentarios & Opiniones

Eusebio García-Gasco

Excelente historia. Me ha encantado

Critica: 
Abigail

Que historia mas hermosa.... me dejas sin palabras

Critica: 
Orlando Silva

Hermoso muy bueno me gusto bastante, MUCHAS ESTRELLAS PARA TI, que tengas una feliz noche, saludos...

Critica: