Agujas preciosas en tu pétreo

poema de el condor

Fuente Literaria
Agujas preciosas en tu pétreo
Entre a la callejuela que daba a tu dormitorio a buscar la mazorca y espiga de tu alma,
Era una calzada tras calzada, hasta encontrar tu cuerpo enlozado a una hoja de caracol,
Estabas enroscada a ti misma.
Tu blancura es una flecha envenenada y en las noches, la lluvia se enfurecía porque
Siempre estaba celosa.

Tus caderas de hembra, me envolvía cual alma gemela y, sus movimientos me engavian
Bajo las turbulencias de una noche de niebla. Una flecha envenenada cruza mi pecho
Bajo la hechicera del granizo.
Yo he visto tu vacío, el sentir de tus labios y la lumbre de tu alma, no hay vacíos ni
Corrértelas. Es una delgada y frágil hechicera. Bajo la lluvia.

Tiemblo, como una copa en tus manos, y temo que todo termine, es la hora de la muerte,
Extenderé mi carne y pensaré en el Gólgota, todo se deshace en papel y agua. Es una embriaguez
Sin calor y pecado.
Nuestra muerte, camina hacia los confines de la vida y hay un río que nos da una noción
De la nada. Ninguna hora, el tiempo es un río de voluntades y un declive de pétalos.

Vengo, desde mi propio encierro y destello de los besos, se entreabre en cristales y el destello
De tus besos, me hace conocer tus limites que, es la orla del vestido en tu cuerpo. Es el fluir
Del líquido en tu alma.
Hueles a ámbar, la sombra de mi memoria en calma, da sus frutos extraños y permite encontrar mis pasos, en la calzada de tu callejuela.

Ninguna hora, no mires el reloj, las cosas son totales y cluecas hasta la infinitud. Eres una piedra
De metales preciosos que brillan hasta el amanecer
Emiro Vera Suárez, enero 2018