Uno mismo

poema de Aldaba

No es fácil conciliar con el interior:
voltear a mirar los rezagos de la vida,
construir las propias cicatrices... y después negarlas.
A la soledad no la toleran todos,
porque no es sencillo dar cabida
al entendimiento de uno mismo.
​¡Qué difícil es contener las propias sombras!
Aceptarlas sin darles luz,
porque no todo tiende a ser justificado:
simplemente es.
Y dentro de su existencia,
no queda más que abrazar aquellas brasas
y permitir que sean también parte del ser.
​Ese rescoldo merece vivir,
merece ser visto y aceptado.
Permitir que se acompañe de las luces que iluminan el camino
y ser nosotros quienes demos significado
a la dualidad con la que fuimos creados.