Mi mayor miedo.

A veces viene a beber vino conmigo.
Se sienta a mi lado y sonríe, su rostro es extraño nunca lo he comprendido realmente.
Cuando me habla, no sé si es un susurro, un grito ahogado u otra cosa.
Pero, yo siempre entiendo.
Constantemente me atosiga con pensamientos,
Con sus voces infinitas y con extraños sucesos.
A veces se burla de mis miedos, los incita, los crea.
Pero no me abandona.
Yo lo he visto hoy, y he intentado descifrarle; quise darle una forma a su rostro,
Quise ubicar todos sus garabatos faciales como un rompecabeza intrincado, quise atormentarlo,
Pero es listo.
A veces colabora conmigo; sabe que me gusta el arte,
Sabe que divago en las letras sobre el papel blanco,
Sabe que puede tomar el control, y lo hace.
Aunque no siempre es malo,
He aprendido a querer sus trabajos,
Le he permitido mostrarme, y de vez en cuando se calma.
Cuando ojeo sus creaciones, se detiene a mi lado, de pie y escucha como recito cada frase.
Su voz entonces cesa, y los garabatos de su rostro se borran, pero sigo sin comprenderlo.
Él me advierte, siempre será mi enemigo, mi mayor miedo,
Ese pensamiento que me desvela en las noches, esas voces que sugieren todo lo que creo de mí,
Aquella duda que jamás sané, las fobias, las manías y la espontaneidad de mi creatividad.
Me dice que es: mis pensamientos intrusivos, la incertidumbre del futuro, y el sentimiento vengativo.
Yo me río de su afirmación, aunque nunca he sido capaz de mirarlo abiertamente, de reconocer su existencia.
Porque estoy seguro que sí lo hago, seré presa de la más intrínseca locura.