Las Horas Pasan

'Sí pudiera ceder mis posesiones por un descenso repentino por la orilla de tus muslos, hasta quedar como un niño desnudo,
Mientras tus labios oscuros me tiñen el mundo de una amalgama de lirios incandescentes,
Entregaría cada sudario, anillo y corona que sostuvieran éstas manos,
Sí eso me permite besar las sombras que discurren tus esquinas, como un lobo que recorre la frondosa noche de nebulosas estrellas,
hasta alcanzar la paz de una cena nutroza.
Velaría yo entonces, la infinita saciedad que hay en la neblinosa entrepierna de tus inusuales miembros inferiores,
como la acuosa leche de una dulce jovina.
Las horas pasan en este prado de albores indefensos; y de sueños curtidos por la desfachatez de las altas montañas, y tú sigues ahí; con esa inexplicable ternura; mientras la hierba te acaricia los pelos de la melena y yo me hidrato con tus ríos en la mirada perdida de las orquídeas doradas; porque sí el tiempo por alguna razón se congelase como lo hacen los picos de la sierra nevada; me congelaría yo pues; arropado en los pasillos secretos de tu Biologicum Codicem, hasta que Rembrandt nos inmortalice, y Miguel Ángel nos piense.'

D.G. Falls.