Ángelico

Sí, sé que te cuesta creerlo.
Tómate tu tiempo porque siempre he sido irreal.
Llevo eones flotando en el espacio, mirando desde lo alto en el inerte jardín, donde el agua discurre hacia abajo.
No, no toques mis plumas, me produce cosquillas, y sí, parecen de algodón.
Pero no, no lo son.
No, tampoco son de cristal.
Ese color violeta purpúreo no puede encontrarse fuera del cielo, y menos en la tierra.
¡Oh, tócame así de nuevo!
No te asustes, mi voz es un torrente de relámpagos que estallan en mi garganta
Porque fui concebido para anunciarlos a todos,
Para amarlos y adornarlos como sí de flores y guirnaldas se tratase.
Sí, tengo el vello cenizo y el cabello negro como el negror de la noche, y mi aura es morada,
Fue tomada del cielo mismo cuando en las estaciones frías desciende la escarcha.
¡Oh!
Que maravillosos son tus dedos, tenía más de dos millones de años sin sentir nada.
Pero ahora respiro, y ese olor al incienso de durazno con que me evocaste…
Se combina con el tuyo que es de lirios y azucenas, y me hipnotiza.
¡Shhhhh!
No pronuncies el nombre de mi padre, él puede oírlo aunque susurres,
Y yo también.
La culpa me va a abrazar mucho más fuerte que tú, sí lo haces.
Mejor mira mis dedos y sus uñas.
¿Las ves?
Sí parecen de cristal y mis dedos son tan fríos y duros como el hierro.
Los huesos bajo esta carne son del eterno manantial de la vida misma, y es de donde florecen los olivos que poblaron el mundo.
¡Ay, aún siento la sensación del tacto de tus labios en mis dedos!
No, no puede ser hija de Eva.
No puedes ser tan maravillosa, tan única, tan magnifica.
¿Por qué padre tuvo que hacerte de tal manera?
¿Por qué te dio esa magia que ni siquiera nosotros tenemos?
Aunque eres tan frágil, tan sencilla y terrenal.
Eres indudablemente erótica, aunque acabo de conocer el termino en su práctica.
Soy sólo un mensajero, pero esta noche seré tu amante.
Apaga las luces, o lo haré yo con mi voluntad con esta mente que mueve las cosas que se unen con las partículas que veo.
No, estos dos metros de altura pueden ser incluso menos, y estas alas pueden ser suaves como nubes de higo.
Toca mi mejilla, no hay alabastro ni ocre, sólo icor.
Por eso vivo y por ti hoy muero.
¡Shhhhhh!
¿Sientes eso?
Es la magia de Dios.